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Cierto, el marketing hizo maravillas con esta muy mala película, tanto en México como a nivel mundial. Pero si ejercitamos estrictamente un analítico juicio de valor sobre del producto cinematográfico que se nos entregó en las salas de proyección a quienes gustamos del llamado “séptimo arte” (no me refiero a los profesionales que por oficio y profesión analizan, desmenuzan y critican las películas, sino más bien a las personas recurrentes y corrientes), la verdad es que nos tocó chutarnos una cinta que ni siquiera a clasificación “C” llega.
- De ahí que, no es malo que desde el noviazgo tanto hombres como mujeres nos sometamos al sano ejercicio de mostrarnos tal cual somos, a fin de que la otra persona consigua conocernos a plenitud y que no se forme falsas expectativas por reacciones y hábitos totalmente fingidos que frecuentemente maquillan y esconden personalidades sumamente disparejas y problemáticas que rompen totalmente con algún compatibilidad, afinidad y empatía.
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Entender la relevancia de esto nos puede servir para lograr comprender, por servirnos de un ejemplo, muchas de las coyunturas y contextos recientes que hoy vivimos como sociedad. Las historias de violencia hacia la mujer, muchas de las cuales llegan aun a episodios de feminicidio y agresión sexual, por poner un ejemplo, dejan en claro el accionar de varios hombres se convierte a nivel tal que lo lleva a terrenos de un primitivismo exacerbado en donde el instinto se degrada a nivel tal que la razón se obnubila y termina por completo en un background, superada por acciones que el sujeto no puede controlar. La vida, dicen los que saben y los que han aprendido a vivirla bien, se trata de balances, de encontrarlos, de entenderlos y de aplicarlos. Cuando un sujeto, hombre o mujer por igual, se rige bajo estos, es muy difícil que se vea inmerso en inconvenientes, enfrentamientos y dilemas. Y en el momento en que llegan a presentarse, al entrenar el los pies en el suelo será más simple sortear cualquier clase de dificultad. Sin embargo, la realidad nos lanza que todos por igual sufrimos mucho en el momento en que no logramos asimilar a plenitud exactamente en qué momento debemos confiar en nuestros instintos y cuando es hora de recargarnos en la razón.
Una persona apática, miedosa e insegura difícilmente va a ejercer su prerrogativa de tomar la idea de aquellas situaciones que le competen y, por lo tanto, para no fallar o no verse expuesta a la frustración, preferirá quedarse en su zona de confort donde absolutamente no pasa nada… ni bueno ni malo. Bajo este contexto, la primera cosa que debemos absorber con respecto a los errores es que estos son meramente subjetivos y que su importancia, importancia, gravedad o afectación, cuando se muestran o cuando los cometemos, únicamente nos perjudicará si permitimos que se magnifiquen porque, al final del día, el peso concreto de éstos sólo impactará en nuestras vidas si nos enojamos, si nos frustramos o si no los tomamos como una magnífica ocasión para conseguir experiencia y fortalecernos. Supervisar a la pareja es visto por las sociedades actuales como una suerte de crueldad de género.
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Son personas que, de acuerdo al psicoanálisis, se detallan patológicamente apegadas, todo el tiempo, a la frustración y a la inconformidad. Recurrentemente estamos recurriendo a múltiples satisfactores (materiales, mentales, emocionales, sexuales…) para sentirnos más plenos y satisfechos, pero la verdad es que los resultados que obtenemos en esa búsqueda son poco convincentes y eso se basa a que internamente nos encontramos vacíos y aquello que consideramos puede “llenarnos” son elementos que sólo nutren lo superfluo. Prácticamente todo lo que hacemos en nuestra vida diaria, incluida la interacción íntimo-sexual con la pareja, lleva implícito un proceso de comunicación que bien puede ser a través del diálogo y la conversación o asimismo a través de una especie de lenguaje en el que ya no es requisito recurrir a las expresiones por el hecho de que las miradas, los gestos o las caricias se convierten en protagonistas. Tener la sensibilidad, la atingencia e inclusive la diplomacia para decir y hacer lo correcto en la privacidad al lado de nuestra pareja (novi@ o espos@) no es nada sencillo. En ocasiones, llegar a un nivel de seguridad y de conocimiento del otro, incluso cuando ofrecemos por sentados los pensamientos y las emociones de esa persona a la que amamos podemos, consciente o inconscientemente, con nuestras palabras y acciones, lastimarl@ irreversiblemente y, de paso, asimismo afectar seriamente nuestra relación. No obstante, al vivir en una temporada en la que hemos genitalizado exageradamente nuestra sexualidad, dándole una relevancia superlativa tanto a las vaginas como a los penes, tristemente hemos llegado a un punto en el que millones de hombres y mujeres vivimos con la falsa y equivocada iniciativa de que para tener una sexualidad plena siempre debe existir el coito y que la penetración es la expresión máxima de esta.
Así las cosas, más nos vale accionar prudentemente cuanto utilicemos estas herramientas tecnológicas, sin importar un mínimo que esta convivencia cibernética sea con sujetos a quienes conocemos en lo personal o con personas con las que solo tenemos convivencia virtual. Y es que en muchísimos casos la multitud que utiliza la llamada supercarretera de la información sólo asiste a estos medios para aprovecharse de la confianza, la inexperiencia y candidez de muchos que solo emplean este medio para pasar un largo tiempo conversando y hacer nuevos amigos.
No obstante, ¿de qué manera es posible superar ese género de comportamiento y a partir de acciones comprometidas ir dejando atrás esa proclividad a competir por todo y para todo? Asimismo, si has llegado a la conclusión de que te agradaría tener un perro como un integrante permanente de tu familia, es muy importante que dialogues con tu pareja para determinar varios puntos trascendentales, como puede ser ¿quién se hará responsable de su cuidado integral? No obstante, asimismo existe una arista que no es del todo efectiva para esos individuos que en vez de hijos optaron por tener perrhijos y esta es que hablamos de un accionar eminentemente hedonista orientado al exitación y a la gratificación personal que antepone la adquisición de recursos materiales por medio del trabajo remunerado. Los , tanto en temas de pareja como en temas de psicología, avisan que este fenómeno, cada vez más frecuente en las parejas recientes, se detona merced a un interesante cruce de cambiantes psicosociales, toda vez que la gran mayoría de los humanos desde pequeños hemos tenido una relación muy próxima con los animales y, por lógica, se vuelve demasiado simple y explicable que nos encariñemos con los perros. Además de esto, también hay que considerar que hay una inclinación en la que los matrimonios como la paternidad se vienen retrasando en las parejas, tanto como el hecho de que también ha disminuido considerablemente el número de hijos por cada familia. De todas formas las drogas y el exceso de alcohol, consumidos por ciertos dos o por ambos, también va a traer resultados aciagos en la búsqueda del exitación; lo mismo va a pasar con esos que se sienten inseguros de sus cuerpos y piensan que no son atractivos para su pareja, porque esa inseguridad los va a conducir a enfocarse más en la irritación que les crea esa circunstancia y van a dejar de lado el disfrute del sexo. Por lo mismo, uno de los dilemas más complejos a los que se enfrentan tanto un hombre como una mujer es aquel que debe ver con, cuando la economía no les deja comprar o alquilar un lugar a donde vivir, seleccionar al género de compañer@ (ojo, no me estoy refiriendo a pareja o novi@) con el cual compartirán ese escencial espacio en el que convivirán, cohabitarán, convergerán y coexistirán.
Esta analogía, aterrizada a la vida diaria, se puede interpretar de distintas maneras; no obstante, al momento de desmenuzar el comportamiento humano la verdad es que hombres y mujeres reaccionamos de diferente forma frente a niveles afines, principalmente cuando fallamos frente cierto género de situaciones que creíamos tener controladas. Por otro lado, también debemos estimar que para los hombres (ojo, no todos, pero estadísticamente sí está probado que la gran mayoría así lo considera) es requisito el comportamiento sexual, incluyendo la eyaculación, para sentirse realmente satisfechos; al tiempo que a muchas mujeres les basta con ser abrazadas y acariciadas de manera tierna para sentir enorme éxtasis. Cuando el hombre empieza a mostrar cierto desinterés o deja de ser cariñoso o detallista, ésta de inmediato le niega las ventajas y satisfacciones del sexo. Sin embargo, aquellas personas que provocan que saquemos lo malo de cuando las tenemos cerca es que poseen especificaciones que los identifican de esta forma prácticamente con todos los que les cubren. Hay gente que es incisiva, insidiosa, indiscreta, insolente, grosera, impertinente, indiscreta y es perfectamente habitual que choquemos con ese tipo de personalidades. Obviamente, también aquí caben esos que andan por la vida con actitud de sabelotodos, que quieren ofrecerle consejos a todo planeta y que piensan que son la perfección encarnada. Lo más favorable es que te alejes de esta clase de gente pues en el final del día lo que las ha convertido en esa clase de seres es su egoísmo y sus múltiples complejos.
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La vida esta llena de injusticias y que a diario nos ocurran cosas malas no significa que seamos el receptáculo de los odios del universo, de Dios y de aquellos que nos rodean. Todas y cada una la gente somos susceptibles y proclives a ser arremetidos y lastimados, esa es la verdad. Pero en la medida donde sepamos de qué forma conducir la agresión hacia nosotros vamos a ir aprendido a sobrellevar situaciones que nos permitirán hacer mas fuerte nuestro carácter y nuestra mentalidad.
Pero, bastante ojo, esta reincidencia de cometer el mismo fallo de tener relaciones con hombres de perfil afín o idéntico no debe ser admitida con resignación. Porque en la medida en la que tengamos la posibilidad hacer acopio de dignidad, sabiduría y sensibilidad, nos será viable sacudirnos la presencia de sujetos dañinos en nuestras vidas. Y lo mismo pasa con los hombres celosos, los infieles, los mentirosos, los chantajistas, los controladores, los juerguistas y tantas y tantas subespecies más.