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Cuentos populares norteños

15/03/2020

Las observaciones precedentes habrán dado un relato suficiente de la mitología de los norteños, y de la manera en que cayó. Vinieron de Oriente, y trajeron ese stock común de tradición con ellos. Asentados en la península escandinava, se desarrollaron a través del brebeyismo, el romanismo y el luteranismo, en una localidad poco expuesta a la repercusión extranjera, con lo que aun ahora el Daleman en Noruega o bien Suecia puede ser considerado entre los ejemplos más primitivos que quedan de la vida campesina. Debemos aguardar, entonces, que estos Cuentos Populares, que, por el bien de los ignorantes en semejantes temas,

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se puede indicar, jamás haber sido recogido o bien reducido a la escritura hasta dentro de los últimos tiempos, presentaría una imagen leal de la conciencia nacional, o bien, quizá, para charlar más apropiadamente, de esa mitad conciencia de la que el corazón de cualquier pueblo habla en su exuberancia. Aparte de esas afinidades y paralelismos primitivos de todo el planeta, aparte de esos recuerdos de ensueño de su vieja casa en el Este, que hemos señalado, debemos aguardar hallar su historia siguiente, tras la enorme migración, todavía más meridianamente reflejada; para descubrir dioses paganos enmascarados con el atuendo de los santurrones cristianos; y de esta forma ver una prueba de nuestra aseveración precedente, que una nación cambia más de manera fácil la manera que la esencia de su fe, y se aferra con una dureza que pervive a lo largo de siglos a lo que una vez ha aprendido a opinar.

En todas y cada una de las mitologías, el rasgo de todas las otras que más generalmente ocurre, es el del descenso de los dioses a la tierra, donde, en forma humana, se mezclan entre los mortales, y se encargan de sus temas, así sea por un espíritu de aventura, o bien para probar el corazón de los hombres. Tal concepción es chocante con la noción cristiana de la omnipotencia y ubicuidad de Dios; mas nos preguntamos si no hay instantes en que el cristiano más piadoso y perfecto no halle consuelo y alivio de una falacia que era una cuestión de fe en credos menos alumbrados, y sobre las que el apóstol, escribiendo a los hebreos, lanza la sanción de su autoridad, para como ángeles están preocupados. 1 Tampoco pudo olvidar esas palabras de

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los hombres de Lystra, ?» Los dioses vienen a nosotros a similitud de los hombres;» y de qué manera llamaron «Barnabas Jupiter», y mismo Mercurio, «por el hecho de que era el orador primordial.» La mitología tradicional está repleta de semejantes historias. Estos indigentes de los dioses se mientan en la Aventura, y la santidad de los ritos de hospitalidad, y el miedo de separar a un extraño de la puerta, tomaron su origen de un miedo a fin de que el hombre de camino no fuese una divinidad disfrazada. Conforme la historia griega, Orión debía su nacimiento al hecho de que el Hyrieus sin hijos, su reputado padre, había recibido una vez inconscientes de Zeus, Poseidón y Hermes, o bien, para llamarlos por sus nombres latinos, Júpiter, Neptuno y Mercurio. En la preciosa historia de Filemón y Baucis, Júpiter y Mercurio retribuyen a la pareja avejentada que los había recibido tan hospitalariamente advirtiéndoles del diluvio que se aproximaba. Las fábulas de Phaedrus y ?sop representan a Mercurio y Demeter como vagabundeo y goza de la hospitalidad de los hombres. En la India son Brahm y Vishnu los que normalmente deambulan. En el Edda, Odin, Loki y H?nir merodean de esta forma, o bien Thor, Thialfi y Loki. En ocasiones Odín aparece solo como un caballista, que se entrega de noche a la casa del herrero, y lo lleva a zapatear su caballo, una historia legendaria que nos recuerda al unísono al Profesor-Smith. 1 En ocasiones es Thor con su gran martillo quien vaga de esta forma solo.

Ahora, pasemos de los tiempos paganos a los cristianos, y miremos ciertas de estas viejas leyendas de dioses errantes en un

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vestido nuevo. Durante la Edad Media, es nuestro bendito Señor y San Pedro los que merodean así; y acá vemos ese pagano medio digerido al que hemos mencionado. Aquellos que pueden estar sorprendidos por semejantes cuentos en esta compilación como «El Profesor-Smith» y «Pájaro de Gertrude», deben rememorar sencillamente que estas son prácticamente puramente tradiciones paganas en las que los nombres por sí mismos son cristianos; y si cualquiera sirve de consuelo conocer el hecho, asimismo podemos aseverar al unísono que esta adaptación de nuevos nombres a las viejas opiniones no es propia de los norteños, sino se halla en todas y cada una de las historias populares de Europa. Alemania estaba llena de ellos, y allá San Pedro de manera frecuente aparece en un disfraz absurdo, que recuerda al lector versado en la mitología norteña con los trucos y gracietas del alterable Loki. En los cuentos norteños conserva a fondo su beato carácter.

Nor eran solo dioses los que andaban entre los hombres. En la mitología norteña, Frigga, la esposa de Odín, que sabía por adelantado todo cuanto iba a ocurrir, y Freyja, la diosa del amor y la exuberancia, eran figuras sobresalientes, y de forma frecuente pisaban la tierra; los 3 Norns o bien Fates, que influenciaban a los extraños de los hombres, y viraban sus destinos en el pozo de conocimiento de Mimirs, eran poderes terribles y honorables, a quienes el planeta pagano miraba con amor, veneración y sorprendo. A ese amor, veneración y sorprendo, durante la Edad Media, una mujer, transfigurada en una forma divina, sucedió por una suerte de derecho natural, y cerca de la bendita cabeza de la Virgen María un halo de preciosos cuentos de ayuda divina irradia con suave brillo como una corona le legó por las viejas diosas. Ella aparece como madre divina, hilandera y virgen útil (vierge secourable). Flores y plantas llevan su nombre. En Inglaterra uno de nuestros más habituales y

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recundos más bonitos aún tiene por nombre por ella, mas que perteneció a Freyja, la «Señora» pagana, mucho antes que las naciones occidentales hubiesen aprendido a venerar el nombre de la madre de Jesús. 1

El lector de estos Cuentos se hallará, en el de «Lasie y su madrina», p.ciento ochenta y ocho, con la Virgen María en un carácter realmente mítico, como el imponente guardián del sol, la luna y las estrellas, conjuntado con, el de una mujer servicial y afable, que, si bien sabe castigar una falta, sabe asimismo reconciliarse y disculpar.

El dios del norteño era un dios de las batallas, y la victoria su mayor don para los hombres; mas este no era el único aspecto bajo el que el Gran Padre era reverenciado. No la victoria en la lucha solo, mas todos los demás buenos regalos cayeron de él y el ?sir. La voluntad suprema de Odín era esa casa de tesoros de recompensa cara la que, en una forma o bien otra, todos y cada uno de los deseos mortales se volvían, y de su exuberancia se vertían de clemencia y corrientes de favor divino continuamente se vertían para refrescar la fatigado raza de los hombres. Todas y cada una estas bendiciones y clemencias, no, su fuente, la lengua vieja unida en una palabra,

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que, por expresiva que pueda ser, ha perdido una gran parte de la totalidad de su significado en su descenso a estos tiempos siguientes. Esta palabra era «Deseo», que originalmente significaba el ideal perfecto, el auténtico fruto de toda alegría y deseo, y no, como ahora, el deseo vacío por el objeto de nuestros deseos. Desde este significado abstracto original no era más que un paso para pasar al específico, para encarnar la idea, para transformarla en una esencia inmortal, un atributo de la divinidad, otro nombre para el más grande de todos y cada uno de los Dioses mismo. Y de esta manera hallamos una serie de pasajes en los primeros escritores, 1 en todos y cada uno de ellos de los que «Dios» o bien «Odín» podría ser reemplazado por «Deseo» por propiedad perfecta. Acá leemos de qué forma «El Deseo» tiene manos, pies, poder, vista, trabajo y arte. De qué manera trabaja y trabaja, forma y amos, inclina su oído, piensa, jura, maldice y se regocija, adopta a los pequeños y se funde en su casa; se comporta, para resumir, como un ser de poder ilimitado y libre-voluntad infinita. Todavía más, se regocija en sus obras como en un pequeño, y por consiguiente aparece en un punto de vista totalmente patriarcal, como el Señor de la creación, gloriando en su obra, como el padre de una familia en los primeros tiempos se alegró de corazón cuando calculó a sus hijos como flechas en su temblor, y vio su casa llena de una larga fila de retenedores y dependientes. Para este atributo del Gran Padre, para Odín como el Dios del Deseo, la Edda emplea la palabra «Oski», que literalmente expresa la personificación masculina de «Deseo», y pasó y agregó la palabra osk, deseando, como prefijo a un número de otros, representar que estaban en una especial relación con el Gran Dador de todo bien. En consecuencia, tenemos oska-steinn, piedra de deseo, i.e. una piedra que juega el papel de una encalla divining, y revela secretos y

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tesoro oculto; oska-byrr, un viento justo, un viento tan justo como el corazón del hombre podría desearlo; osk-barn y oska-barn, un pequeño tras el propio corazón, un pequeño adoptado, como cuando la joven Edda nos afirma que todos y cada uno de los que mueren en la batalla son los escogidos de Odín, sus hijos adoptados, aquellos sobre los que ha puesto su corazón, ?una expresión que, por su parte, fue tomada por los escritores cristianos islandeses para expresar la relación existente entre Dios y los bautizados; y, si bien finalmente, no menos esencial, oska-m?r, wish-maidens, otro nombre para los Valkys? Los corse-eligedores de Odín, que escogieron a los fallecidos para él en el campo de batalla, y aguardaron a los héroes en Valhalla. De nuevo, la Edda está repleta de «cosas de elección», que tienen algún poder enigmático propio, alguna «virtud», como nuestro inglés mayor lo expresaría, que pertenecen a este o bien a ese dios, y esporádicamente se prestan o bien se pierden. Por tanto, el propio Odín tenía una lanza que daba la victoria a aquellos de cuyo lado fue arrojado; Thor, un martillo que destrozó a los Gigantes, votos sagrados, y retornó de sí a su mano. Tenía un cinturón de fuerza, asimismo, que, cuando lo ceñió, su fuerza de dios se enceró la mitad; Freyr tenía una espada que se empuñaba; Freyja un collar que, como el cesto de Venus, inspiró a todos y cada uno de los corazones con amor; Freyr, nuevamente, tenía un navío llamado Skithblathnir.

«Ella es tan grande, que todos y cada uno de los ?señor, con sus armas y equipo de guerra, pueden localizar espacio a bordo de ella; y tan pronto como la candela se establece, tiene un viento justo a donde va a ir; y cuando no es necesario caminar en el mar en ella, está hecha de tantas cosas, y con tanta artesanía, que Freyr puede plegar su óter como un paño, y sostenerla en su bolsa» 1

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De este género, asimismo, era el anillo «Dropper» que Odín tenía, y de la que otros 12 anillos cayeron cada noche; las manzanas que Idun, una de las diosas, tenía, y de los que, tan pronto como el ?sir comió, se volvieron jóvenes de nuevo; el timón que ?gir, el gigante marino tenía, que golpeó el terror en todos y cada uno de los oponentes como el ?gis de Athene; y ese molino fantástico que el mítico Frodi propio, de la que

vamos a hablar dentro de poco

Ahora, veamos qué huellas de este gran dios «Deseo» y sus elección-bairns y deseos-cosas que podemos localizar en estos Cuentos, enclenques ecos de una poderosa voz pagana, que una vez proclamó la bondad del gran Padre en las bendiciones que dio a sus hijos elegidos. No vamos a tener un buen tiempo para buscar. En el cuento No. xx., p. ciento treinta y uno, cuando Shortshanks conoce a esas 3 viejas brujas ladrones que solo tienen un ojo, que rompe, y consigue primero una espada «que pone a un ejército a volar, así sea tan grande». Tenemos el «Odín tuerta», corrompido en una vieja hechicera, o bien más bien?por ningún proceso inusual?tenemos una vieja hechicera fusionada por la tradición popular en una mezcla de Odín y los 3 Nornir. De nuevo, cuando logra ese fantástico navío «que puede navegar sobre agua dulce y agua salobre, y sobre altas colinas y profundos dales», y que es tan pequeño que puede ponerlo en su bolsillo, y no obstante, cuando llegó a utilizarlo, podría contener a quinientos hombres, tenemos meridianamente el Skithblathnir de la Edda a la vida misma.De este modo asimismo en «El mejor deseo», pág. doscientos cincuenta y dos, todo el trabajo de esta historia se fundamenta en esta vieja creencia; y en el momento en que nos hallamos con ese par de tijeras viejas que corta todo género de ropa fina del aire, ese mantel que se cubre con los mejores platos que se podría meditar, tan pronto como se extendió, y eso

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tap que, tan pronto como se volvió, vertió lo mejor de aguamiel y vino, tenemos meridianamente otra forma de deseo de Frodi, ¿otro recuerdo de aquellas cosas de elección sobre las que la vieja mitología tiene tanto que contar. Del mismo tipo son el mantel, el carnero y el palo en «El chaval que fue al viento del norte», p. doscientos veintiocho, y los anillos en «Las 3 princesas de la tierra blanca», p. ciento ochenta y uno, y en «Castillo de Soria Moria», pág. trescientos noventa y seis. En la primera de esas historias, asimismo hallamos a esos «3 hermanos» que se han parado en un páramo «estos 100 años combatiendo por un sombrero, una capa y dos botas», que tenía la virtud de hacer invisible a él que las llevaba invisible; cosas de elección que recordarán nuevamente al lector de los Nibelungo Lied, de la manera en que Siegfried llegó a ser poseído del conocido acaparamiento de oro, y de qué forma logró esa «tapa de obscuridad» que era tan útil para él en sus proezas sobrantes. Con lo que nuevamente en «El Cinturón Azul», p. ciento cincuenta y cinco, ¿cuál es ese cinturón que, cuando el pequeño lo ceñió, «cayó tan fuerte tal y como si pudiese levantar toda la colina», mas el «cinturón de elección» de Thor, y cuál es el pequeño audaz, que vence al Troll, mas thor mismo, como comprometido en una de sus aventuras con los Gigantes? Conque, asimismo, en «Pequeña Annie la Pequeña de ganso», p. cuatrocientos catorce, la piedra que le afirma al Príncipe que todos y cada uno de los secretos de sus novias es meridianamente el viejo Oskastein, o bien «piedra de deseo». Estos casos van a ser suficientes para dar voz a la fe prolongada en «El deseo», y a sus cosas de elección; una creencia que, si bien tan de forma profunda arraigada en el norte, ya hemos rastreado su hogar en el este, de donde se prolonga desde polo en polo, y resurge en todos y cada raza. Lo reconocemos en la visera de los deseos de Fortunato, que es una historia de leyenda celta; en la cornucopia de los romanos;

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en las historias de La cabra Amalthea entre, los griegos; en la vaca de los que deseadores y el árbol de los hindoos; en el árbol de calabaza de las historias de Ananzi indio occidental; en la vaca de las leyendas servianas, que hace virar hilo de su oreja; en el Sampo de los finlandeses; y en todas y cada una esas historias de copas, y lentes, y cuernos, y anillos y espadas, apoderados por algún espíritu de celebración en la mitad de un deleite de hadas, o bien ganados por una suerte de acción que se hace por la mano mortal a una de las «buenas personas» en su hora de necesidad, y con el que la «suerte» 1 de la casa de ese mortal fue cada vez después atada; historias con las que las tradiciones locales de todas y cada una de las tierras están llenas, mas que todos rinden homenaje inconsciente a la veneración de ese gran Dios , a quien tantos corazones paganos se volvieron tan de forma frecuente como el divino efectúa de sus oraciones, y el dador de todas y cada una de las cosas buenas, hasta el momento en que al fin vinieron a hacer un ídolo de sus esperanzas y oraciones, y también inmortalizar exactamente el mismo «Deseo» en sí.

Aga, de todas y cada una de las opiniones, en la que el hombre ha sido más propenso a establecer la fe, en todo instante de su historia, es la de una temporada dorada de paz y exuberancia, que había fallecido, mas que cabría aguardar que regresara. Tal periodo fue buscado cuando Augusto cerró el templo de Janus, y la paz, si bien quizá no era suficiente, reinó sobre lo que el orgulloso romano llamó el planeta habitable. Tal periodo que el cristiano temprano aguardaba cuando nació el Salvador, en el reinado de ese Augusto; y tal periodo, ciertos, cuyos pensamientos están más puestos en la tierra que el cielo, han aguardado desde ese momento, con una esperanza que, si bien aplazada a lo largo de dieciocho siglos, no ha hecho sus corazones

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squeo. Tal periodo de paz y exuberancia, como un tiempo dorado, el norteño podía charlar en su mítico reinado de Frodi, cuando el oro o bien el alimento de Frodi, como se llamaba, era tan rebosante que los armletes dorados estaban íntegros desde final de año hasta final de año en la carretera del rey, y los campos llevaban cosechas sin parar. Acá, en Inglaterra, el Bede 1 anglosajón supo contar exactamente la misma historia de Edwin, el rey de Northumbria, y cuando Alfred llegó a ser mítico, exactamente la misma historia de leyenda fue trasmitida de Edwin al monarca de Sajonia Occidental. El recuerdo de «el rebosante Frodi» retumbó en las canciones de los versistas alemanes mucho una vez que la historia que lo hizo tan rebosante había sido olvidada; mas los norteños Skalds podían contar no solo la historia de la riqueza y la esplendidez de Frodi, sino más bien asimismo de su caída y ruina. En casa de Frodi había 2 doncellas de esa vieja raza gigante, Fenja y Menja. Estas hijas del gigante que había comprado como esclavos, y las hizo moler su quern o bien molino de mano, Grotti, de la que acostumbraba a moler la paz y el oro. Aun en esa edad de oro uno ve que había esclavos, y Frodi, por rebosante que fuera para sus traseros y su gente, era un duro profesor de labores para sus siervas gigantes. Los sostuvo en el molino, ni les dio más reposo que la nota del cuco duró, o bien podían cantar una canción. Mas ese quern era tal que molía cualquier cosa que el molinillo escogiera, si bien hasta ese momento no había molido solamente que oro y paz. Conque las doncellas tierra y tierra, y uno cantó su historia piadosa en una cepa digna de ?schylus como el otro trabajaba?oraron por el reposo y la piedad, mas Frodi era sueco. Entonces se volvieron de humor gigante, y

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tierra ya no hay paz y exuberancia, sino más bien fuego y guerra. Entonces el quern fue veloz y colérico, y esa noche vino Mysing the Sea-rover, y mató a Frodi y a sus hombres, y se llevó el quern; y de esta manera acabó la paz de Frodi. Las doncellas que el Sea-rover se llevó con él, y cuando llegó a altamar les solicitó sal molida.Con lo que tierra; y a medianoche le preguntaron si no tenía suficiente sal, mas les solicitó que aún molir. Con lo que bajaron hasta el momento en que el navío estaba lleno y se hundió, Mysing, criadas, y todo, y todo eso, y de ahí que el mar es sal. 1 Quizás de todos y cada uno de los cuentos de este volumen, ninguno podría ser elegido como mejor que probase la dureza de una creencia tradicional que el No. ii., p. ocho, que afirma «Por qué razón el mar es sal».

La noción del enemigo de Dios y del hombre, de un ángel caído, a quien el enorme gobernante del cosmos dejaba poder en determinado instante para un objetivo total, era tan extraño al pagano de nuestros ancestros como su nombre era peculiar y extraño para su lengua. Esta noción el cristianismo llevó consigo de Oriente; y si bien es una planta que ha golpeado profundas raíces, se ha distorsionado y sorprendido, y ha llevado una amarga cosecha de superchería, requería que toda la autoridad de la Iglesia preparase el suelo al comienzo para su recepción. A la noción del bien prosigue necesariamente la del mal. La psique oriental, con su Ormuzd y Ahriman, está repleta de tal dualismo, y desde esa hora, en el momento en que un ojo más que mortal vio a Satanás caer como un relámpago del cielo, dos el reino de las tinieblas, la morada de Satanás y sus malos espíritus, fue

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se establece en oposición directa al reino del Salvador y a sus ángeles. El Norte tenía su noción sobre este punto. Su mitología no estaba exenta de sus poderes oscuros; mas si bien asimismo fueron expulsados y despojados, , conforme esa mitología, tenían derechos propios. A ellos pertenecía todo el cosmos que no había sido capturado y reclamado por la raza más joven de Odín y ?sir; y si bien esta dinastía intrusa, como lo habrían llamado los Gigantes de Escarcha en Prometeo, bien sabía que Hel, una de estas progenies enormes, estaba destinada a hacer todas y cada una de las travesuras, y subsistir a ellas, la tomaron y la transformaron en su reina de Niflheim, y amantes de 9 mundos. Allá, en un sitio agriamente frío, recibió las ánimas de todos y cada uno de los que murieron de enfermedad o bien vejez; cuidado era su cama, el apetito de su plato, apetito de su cuchillo. Sus paredes eran altas y fuertes, y sus pernos y barras enormes; «Medio azul era su piel, y la mitad del color de la carne humana. Una diosa simple de saber, y en todas y cada una de las cosas severísima y sombría. 1 Mas si bien severa, no era un espíritu maligno. Solo recibió a los que murieron cuando ningún norteño deseaba fallecer. Para aquellos que cayeron en el campo de batalla sanguinolenta, o bien se hundieron bajo las olas, Valhalla estaba preparado, y alegría sin fin y dicha con Odín. Esos fueron a Hel, que eran bastante poco afortunados que desalmados, que murieron antes que pudiesen ser asesinados. Mas cuando el cristianismo entró y expulsó a Odín y a su tripulación de falsas divinidades, declarándolos dioses y diablos mentirosos, entonces Hel cayó con el resto; mas cumplir su destino, subsistió a ellos. De una persona se transformó en un sitio, y todas y cada una de las naciones del norte, desde el gotón a

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el norteño.acordó pensar que el Averno sería la morada del demonio y sus espíritus inicuos.el sitio preparado desde el comienzo para los tormentos eternos de los condenados. Un dato curioso relacionado con esta explicación del origen del Averno no escapará a la atención del lector. La noción cristiana del Averno es la de un sitio de calor, por el hecho de que en Oriente, de donde vino el cristianismo, el calor es con frecuencia un tormento inaceptable, y frío, por otra parte, todo cuanto es agradable y exquisito. Mas para el morador del norte, el calor lleva consigo sensaciones de alegría y consuelo, y la vida sin fuego tiene una perspectiva triste; con lo que sus Hel rigieron en una zona fría sobre los que eran cobardes por implicación, al paso que la copa de aguamiel dio la vuelta, y enormes leños ardían y crujían en Valhalla, por los valientes y bellos que se habían audaz a fallecer en el campo de batalla. Mas bajo el cristianismo los extremos del calor y el frío se han encontrado, y Hel, la diosa fría y también incómoda, es ahora nuestro Averno, donde abundan las llamas y el fuego, y donde los diablos continúan en llamas eternas.

Semete, la tradición popular es dura, e inclusive tras siglos de enseñanza cristiana, el campesino norteño, en sus cuentos populares, aún puede charlar del Averno como un sitio donde se busca leña en Navidad, y sobre el que un cierto aire de consuelo respira, si bien, como en los salones de la diosa Hel, la carne es escasa. El próximo pasaje de «Por qué razón el mar es sal», pág. ocho, lo probará suficientemente:?

«Bueno, acá está el flitch», afirmó el hermano rico, «y ahora ir de manera directa al Averno.»

«Lo que he dado mi palabra de hacer, debo proseguir», afirmó el otro; conque tomó el flitch y partió. Caminó

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todo el día, y al anochecer llegó a un sitio donde vio una luz muy refulgente.

«Quizá este es el sitio», afirmó el hombre a sí mismo. Con lo que se hizo a un lado, y la primera cosa que vio fue a un anciano, viejo, con una larga barba blanca, que estaba en una casa, de leña para el fuego de Navidad.

«Bien aun», afirmó el hombre con el flitch.

«Lo mismo para ti; ¿A qué sitio vas tan tarde?», Afirmó el hombre.

«¡Oh! Me marcho al averno, si supiese el camino adecuado», respondió el pobre hombre.

«Bueno, no estás muy equivocado, por el hecho de que esto es el averno», afirmó el anciano. «Cuando entres van a ser todos para adquirir tu flitch, por el hecho de que la carne es escasa en el Infierno; mas ten presente que no lo vendes salvo que logres el mano que está tras la puerta para esto. Cuando salgas, te voy a enseñar a manejar el quern, pues es bueno moler prácticamente cualquier cosa.»

Este asimismo es el sitio conveniente para explicar la conclusión de ese cuento intensamente pagano, «El Profesor-Smith», pág. ciento cinco. Ya hemos visto de qué forma el Salvador y San Pedro proveen, en su inicio, el sitio de Odín y algún otro dios pagano.Mas cuando el Smith se pone en marcha con la sensación de que ha hecho una cosa imbécil, en la disputa con el Demonio, habiendo perdido ya su esperanza de cielo, esta historia acepta una forma todavía más pagana. Conforme la vieja noción, los que no eran convidados de Odín fueron a la casa de Thor, que tenía todos y cada uno de los horrores, o bien a Freyja, que aun demandó un tercio de los fallecidos en todos y cada campo de batalla con Odín, o bien a Hel, la diosa fría y sin consuelo ya mentada, que aún no era untormentador, si bien regía sobre 9 mundos, y si bien sus paredes eran altas,

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y sus pernos y barras enormes; rasgos que salen en «El Profesor-Smith», pág. ciento cinco, cuando el Demonio, que acá acepta el sitio de Hel, ordena al reloj que vuelva y encierre las 9 cerraduras de las puertas del Averno?un candado para cada uno de ellos de los 9 mundos de las diosas?y que ponga un candado además de esto. En el crepúsculo entre el pagano y el cristianismo, en esa conciencia mitad cristiana de medio pagano que este cuento revela, el cielo es la morada preferible, como Valhalla era de otrora, mas en vez de estar sin una casa a la cabeza tras la muerte, el Averno no iba a ser despreciado; no obstante, tras haberse comportado mal con el gobernante de uno, y realmente discutió con el amo del otro, el Smith estaba naturalmente deseoso por el tema. Esta noción de moradas diferentes en otro planeta, no necesariamente lugares de tormento, asimismo sale en «No es un Pin para seleccionar entre ellos», pág. ciento setenta y tres. donde Pedro, el segundo esposo del estúpido Goody, va a implorar de casa en casa en Paradise.

Por lo demás, toda vez que el Demonio aparece en estos cuentos, no es en lo más mínimo como el enemigo, como el espíritu sutil de la fe del cristiano, sino como uno de los viejos gigantes, sobrenatural y hostil al hombre, sino más bien simple y de manera fácil engañado por un taimado censurado, cuya inteligencia superior aprende a temer, por quien no se siente contrincante, y que, por último, va a recibir en el Averno a ningún coste. Deberemos apreciar otras peculiaridades de esta raza de gigantes un tanto más adelante, mas efectivamente no se puede dar una mayor prueba de la pequeña bodega que el Demonio Cristiano ha tomado de la psique norteña, que el aspecto pagano bajo el que aparece continuamente, y la forma absurda en la que siempre y en todo momento es burlado.

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Hemos visto de qué manera nuestro Señor y los santurrones sucedieron a Odín y a sus hijos en las historias que charlaban de sus andaduras en la tierra para advertir a los inicuos, o bien para asistir al bien; hemos visto de qué manera la afabilidad y la ayuda de las viejas diosas cayeron como un mantón real cerca de la manera de la Virgen María. Hemos visto, por otra parte, de qué manera la procesión del Dios Todopoderoso decayó en la infernal caza de medianoche. Ahora debemos ver qué fue del resto del poder de las diosas, de todo cuanto podría que no fue absorbido en la gloria de la muy santa Virgen. No vamos a tener mucho que buscar. Ningún lector de las primeras crónicas y sermones medievales puede parar de haber sido golpeado con muchos pasajes que atribuyen majestad y poder a los seres del sexo de la mujer. Ahora es una diosa pagana como Diana; ahora algún personaje medio histórico como Bertha; ahora un ser mítico como Holda; ahora Herodias; ahora Satia; ahora Domina Abundia, o bien Dame Habonde. 1 Una investigación cortísima servirá

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que identificar a las 2 viejas diosas Frigga y Freyja con todos estos líderes de una hostia de medianoche. Como Odín fue desterrado de día en obscuridad, con lo que las 2 grandes diosas paganas, fusionadas en una forma «extraña», se suponía que cabalgaban por el aire de noche. Los cronistas medievales, escribiendo en latín bastardo, y siguiendo el ejemplo de los autores tradicionales, cuando debieron hallar un nombre para esta diosa diablo, escogieron, lógicamente, Diana la cazadora pagana; la diosa de la luna; y el gobernante de la noche. De exactamente la misma forma, cuando lanzaron el nombre de Odín a una forma latina, , el dios del ingenio y la voluntad, como el poder y la victoria, se transformó en Mercurio. En lo que se refiere a Herodías no la madre, sino más bien la hija que bailó?ella debe haber hecho una profunda impresión en la psique de la Edad Media temprana, pues se suponía que había sido maldecida tras la decapitación de Juan el Bautista, y haber ido a danzar por siempre. Cuando cayó el pagano, se confundió con las viejas diosas, y de este modo encontramos

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la, en ocasiones entre la tripulación del Cazador Salvaje; en ocasiones, como vemos en los pasajes de abajo, en compañía de Diana, Holda, Satia y Abundia, a la cabeza de un conjunto de mujeres, que se reunieron en determinados lugares para festejar ritos y misterios profanos. En lo que se refiere a Holda, Satia y Abundia, «de los que son», «los satisfactorios» y «los rebosantes», son meridianamente nombres de poderes buenos y no malos; son epítetos viejos extraídos de la esplendidez de la «Buena Señora», y testimonian el sentimiento de respeto que aún se aferraba a ellos en la psique popular. Como era el caso toda vez que el cristianismo era traído, la gente del país, siempre y en toda circunstancia reluctante al cambio, en comparación con los habitantes más animados y también inteligentes en las urbes,

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todavía continuaron aproximadamente paganos, 1 y hasta hoy preservan de manera inconsciente muchas supercherías que pueden ser rastreadas en descenso lineal a su vieja creencia. En muchos sentidos la vieja divinidad se asoma bajo la nueva superchería?el tren largo, la celebración de medianoche, «la buena dama» que encabeza, la esplendidez y exuberancia que sus devotos creían continuar sus pasos, todos pertenecen a la vieja diosa. Lo más curioso de todo es la manera en que todas y cada una estas tradiciones de diferentes países insisten en la tercera una parte de la tierra, el tercer hijo nacido, la tercera ánima como perteneciente a la «buena dama» que lleva el deleite; por este derecho de una tercera parte, o bien aun de una mitad, era uno que Freyja tenía.»Mas Freyja es el más conocido del Asynjor. Ella tiene ese arco en el cielo alto F?lkv?ngr, y adondequiera que vaya a la batalla, entonces tiene la mitad de los fallecidos, mas Odín la otra mitad.»De nuevo» cuando se marcha al extranjero, conduce 2 gatos y se sienta en un vehículo, y presta una oreja simple a las oraciones de los hombres». 2

Se han identificado entonces las viejas diosas como influencias malignas, y como líderes de una banda de mujeres de medianoche, que practicaban ritos secretos y profanos. Esto nos lleva inmediatamente a la brujería. En todas y cada una de las edades y en todas y cada una de las razas ha existido esta creencia en la brujería. Hombres y mujeres lo practicaban por igual, mas en todos y cada uno de los tiempos han prevalecido las hechiceras. tres Esto fue suficientemente natural. En aquellos días las mujeres

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eran sacerdotisas; recogían drogas y cosas sencillas; Solo las mujeres conocían las virtudes de las plantas. Esas manos suaves hilaron lino, hicieron pelusas y encuadernaron heridas. Las mujeres, en los primeros tiempos con los que estamos familiarizados con nuestros ancestros, solo sabían leer y redactar, solo podían tallar las runas místicas, solo podían cantar los encantos tan potentes para aliviar el inteligencia y el dolor del guerrero herido. Los hombres estaban ocupados fuera de las puertas con la caza del arado, el cambie y la guerra. En tal temporada, el sexo que tenía el aprendizaje de libros derecho natural, el físico, el entrenamiento y el conjuro, aun cuando empleaban estos misterios con buenos propósitos, no era más que un paso del pecado. Exactamente la misma mano blanca suave que anudó la herida y raspó la pelusa; exactamente la misma voz suave que cantó la runa mística, que asistió a la mujer que dio a los hijos, o bien sacó la punta de flecha del pecho del vencedor moribundo; exactamente el mismo ojo refulgente que miraba al cielo en éxtasis por medio de la sagrada orancia y leía la voluntad de los dioses cuando se lanzaban las tablas místicas y los lotes tallados en runas, si la voluntad se hubiese hecho, si el adivino pasaba a la falsa profetisa, la sanguijuela a un envenenador, y la sacerdotisa en una hechicera, eran tan potentes y horribles para mal como una vez habían sido poderosos por siempre. En todas y cada una de las tribus indoeuropeas, por tanto, las mujeres, y en especial las ancianas, han practicado la brujería desde los primeros tiempos, y el cristianismo las halló adondequiera que avanzaba. Mas el cristianismo, al poner a la humanidad en una plataforma superior de civilización, aumentó el mal que halló, y cuando expulsó a las viejas diosas, y las confundió como diablos con Diana y Herodías, los agregó a ellos y a sus devotos a la vieja clase de hechiceros malévolos. Solo había un paso, mas un simple acto de la voluntad, entre

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El Norn y la hechicera, aun antes que entrase el cristianismo. Tan pronto como llegó, bajó la Diosa, Valquiria, Norn, sacerdotisa y entrenadora, a esa profunda profana donde las brujas y las brujas paganas tenían su ser; y, conforme el cristianismo reunía fuerza, desarrollaba sus dogmas, y desarrollaba su fe, fantasía, tradición, sanguijuela, pobreza y ociosidad, generó esa clase infeliz, la hechicera medieval, la prosecución de la que es una de las páginas más oscuras de la historia religiosa.

Es curioso en verdad para rastrear la creencia en las brujas mediante la Edad Media, y para marcar de qué manera aumenta en intensidad y absurdo. Al comienzo, como hemos visto en los pasajes convocados, la superchería parecía de manera comparativa inofensiva, y si bien las propias brujas pueden haber creído en su poder profano, no había divinos que tuviesen una visión de los pies en el suelo del tema, y pusiesen el absurdo de sus intenciones en una prueba práctica. Tal era ese buen sacerdote que le preguntó, en el momento en que una anciana de su rebaño insistió en que había estado en su casa con la compañía de «la Buena Dama», y lo había visto desnudo y lo encubrió: «¿De qué forma, entonces, entraste cuando todas y cada una de las puertas estaban cerradas?» «Podemos entrar», afirmó, «aun si las puertas están cerradas». Entonces el sacerdote la llevó al canciller de la iglesia, cerró la puerta y le dio una buena tunda con el personal pastoral, llamando: «Fuera contigo, señora hechicera.» Mas como no pudo, la mandó a casa, diciendo: «Mira ahora lo estúpido que eres para pensar en esos sueños vacíos». 1 Mas como la Iglesia

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aumentó en fuerza, conforme brotaron herejes, y la consecuente prosecución, entonces las asambleas segregas de estos sectarios, como deberíamos llamarlos ahora, fueron identificadas por la jerarquía con los ritos de la hechicería y la magia, y con los merced a la veneración de los viejos dioses. Para cuando, asimismo, se estableció la jerarquía, que la creencia en el ángel caído, el Archi-Fiend, el Demonio, originalmente tan extraño a las naciones de Occidente, se había implantado absolutamente en la psique popular, y se introdujo un nuevo elemento de injusticia y superchería en esas fiestas profanas. A mediados del siglo XIII, hallamos la manía por perseguir a los herejes invadiendo las tribus de la raza teutónica de Francia y también Italia, apoyadas por todo el poder del Papa. Como los celos, la prosecución con demasiada frecuencia hace que la carne de la que se nutre, y muchas supercherías tontas, si no inofensivas, se pusieron de forma rápida bajo la prohibición de la Iglesia. Ahora la «Buena Señora» y su tren empiezan a retroceder; solo llenan el fondo, al paso que el Príncipe de las Tinieblas paso, obscuro y horrible, delante, y pronto dibuja después de él el seguimiento de la vieja diosa. Ahora escuchamos historias de posesión demoníaca; ahora las brujas adoran a un diablo del otro sexo. Con el factor masculino, y su naturaleza más dura y dura, la pecaminosa de estas reuniones profanas se acrecienta infinitamente; la insensatez se transforma en culpa, y el crimen de culpa. 1

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Desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XVII la historia de Europa está llena de procesos contra brujas y hechiceros.Antes que la Reforma alcanzara su auge, en el planeta católico, con el renombrado toro de Inocencio el Octavo en mil cuatrocientos ochenta y uno, el vil Malleus Maleficarum, el primero de la larga lista de libros de busca de brujas, y el celo con el que el Estado prestó todos y cada uno de los terrores de la ley para asistir a los inquisidores eclesiásticos. Frente a los tribunales de esos inquisidores, en

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deso XV, incontables víctimas fueron acusadas por la doble acusación de herejía y brujería?por los crímenes cometidos en parejas, tanto siendo pequeños como sirvientes jurados del Demonio. ¡Que el historiador pudiese decir que con la era de la Reforma cesaron estas abominaciones! La Jerarquía Romana, con sus toros y también inquisidores, había sembrado una cosecha amarga, que tanto como las Iglesias protestantes estaban destinadas a cosechar; mas en parte alguna del planeta los obreros estaban más deseoso y preparados, cuando los campos eran «negros» para cosechar, que en aquellas comunidades muy rehabilitadas que terminaban de sacudirse el yugo de la ciudad de Roma, y que habían surgido habitualmente de exactamente los mismos herejes a quienes había perseguido y quemado, acusándolos, al tiempo, de los hechicerios más malignos. 1 Su disculpa es, que no

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uno está ya antes de su edad. La intensa personalidad dada al Demonio en la Edad Media había poseído toda la psique de Europa. Debemos tomarlos como los hallamos, con su refulgente fantasía, su fe franca, su fuerte fanatismo, su superchería repugnante, de la misma manera que cuando miramos una imagen sabemos que esos tonos y tonos refulgentes, ese espíritu que notifica al todo, jamás podría ser por las tierras y el aceite vulgares de los que se mezcla y se hace la gloriosa obra de arte. De forma extraña monótonos son todos y cada uno de los juicios de brujas de los que Europa tiene tantos que enseñar. Al comienzo el acusado niega, entonces bajo tortura confiesa, entonces recaeba y niega; torturado nuevamente, confiesa nuevamente, amplifica su historia, y acusa a otros. Cuando se le da a la estaca, pocas veces asevera que sus confesiones sean falsas, lo que se atribuye al poder que el diablo aún tiene sobre ella. Entonces es quemada y sus cenizas dadas a los vientos. Aquellos que desean leer uno, sin ejemplo quizá por la barbarie y la superchería, y más curioso que el resto de la prominencia dada en él a un hombre, pueden hallarlo en el juicio del doctor Fian, el mago escocés, «que el Doctor estaba registrado en el devill, que sundrie veces predicado en North Baricke (Berwick del Norte, en East Lothian) Kirke a una serie de brujas conocidas.» 1 Pero

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Aconsejamos que absolutamente nadie se aventure en una lectura de este tratado que no esté dispuesto para enfrentarse a las acusaciones y crímenes más inenarrables, las torturas más atroces y las confesiones más absurdas, seguido como siempre y en toda circunstancia por la negación más firme de todo cuanto se había confesado; cuando la tortura le había hecho peor por la mala naturaleza humana, y el ánima reafisó al fin su supremacía sobre el cuerpo. 1 Uno

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características de todos estos juicios de brujas es el hecho.de que pese a su conexión profana y también intrigas con el Maligno, ninguna hechicera alcanzó la riqueza y la situación con la ayuda del Príncipe de las Tinieblas. El placer de enfermar es todo el placer que sienten. Este hecho por sí mismo podría haber abierto los ojos de sus perseguidores, pues si el Demonio tuviese el poder undanos que le representaban,

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por lo menos podría haber elevado el sena de sus devotos a rango temporal, y a las pompas y las vanidades de este planeta. Un viejo proverbio alemán expresa este hecho conocido, diciendo, que «cada 7 años una hechicera es 3 medias más ricas;» y de esta manera, con todos y cada uno de los medios profanos del Averno a sus órdenes, arrastraron sus vidas, así como sus gatos negros, en la pobreza y la miseria. A este destino al fin llegaron los adoradores de la enorme diosa Freyja, a quien nuestros ancestros adoraban como la diosa del amor y la abundancia; y cuyo vehículo fue dibujado por aquellos animales que la superchería popular ha asignado desde ese momento a la «vieja hechicera» de nuestros pueblos ingleses.

El Norte no era libre, más que el resto del planeta protestante, de esta horrible superchería, que corría

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a través de Europa como una hediondez en el siglo XVI. En Suecia en especial, las brujas y sus procesiones de medianoche a Blokulla, la colina negra, dieron ocasión a procesos tan absurdos y despreciables como el juicio del doctor Fian y los descubrimientos de brujas de Hopkins. En Dinamarca, se suponía que las hechiceras se hallarían en Tromsoe, en lo alto de Finmark, o bien aun en Hecla en Islandia. Las brujas norteñas se conocieron en un Blokolle propio, o bien en el Dovrefell, o bien en otros lugares de Noruega o bien Finmark. Como era de aguardar, hallamos muchos indicios de brujería en estos Cuentos, mas puede ser incierto si estos no pueden ser referidos más bien a la vieja creencia pagana en semejantes artes que todavía persisten en la psique popular que a los procesos de los siglos XV y XVI, que estaban lejos

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más una insensatez y manía de las clases educadas actuando bajo un fanatismo religioso equivocado contra las supercherías populares que un movimiento que brota de la masa de la comunidad. Incluso de esta forma, en la Mastermaid, p. setenta y uno, la hechicera de una cuñada, que había rodado la manzana cara el Príncipe, y tan encandilada, fue dividida entre 24 caballos. La vieja reina de «The Lassie and her Godmother», p. ciento ochenta y ocho, trata de convencer a su hijo a fin de que la joven reina sea quemada viva por una hechicera desalmada, que era imbécil, y se había comido a sus niñas. En «Este del Sol y O’ la Luna», pág. veintidos, es una madrastra desalmada quien ha hechizante al príncipe. En «Novia Bushy», p. trescientos veintidos, la fea novia encanta al rey para dormir, y al fin es lanzada, con su madre desalmada, en un pozo lleno de víboras. En «Los 12 Patos Salvajes», pág.cincuenta y uno, la desalmada madrastra persuade al rey de que Blanco Nieve y Rosa-colorado es una hechicera, y prácticamente lo convence a quemarla viva. En «Tatterhood», p. trescientos cuarenta y cinco, una tropa de brujas viene a guardar sus fiestas en la víspera de Navidad en el Palacio de la Reina, y romper la cabeza de la joven princesa. Es bastante difícil, en verdad, en los cuentos donde los Trolls juegan un papel tan grande, para sostener a la hechicera y Troll separado; mas los casos precedentes van a mostrar que la creencia en uno, en contraste a la otra, existe en las supercherías populares del Norte.

La usual transformación de los hombres en bestias, en estos cuentos, es otra característica atractiva. Este poder los dioses del norteño tenían en común con los de todas las demás mitologías. Europa y su Toro, Leda y su Cisne, van a ocurrir inmediatamente a la psique del lector; y llegar a similitudes más próximas, de la misma manera que Ateniense aparece en el

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[el parágrafo continúa]Odisea como un águila o bien una golondrina subida en el techo de la sala, 1 con lo que Odín vuela como un halcón, y Loki toma la manera de un caballo o bien un pájaro. Esto era solo parte de esa omnipotencia que todos y cada uno de los dioses gozan. Mas la creencia de que los hombres, bajo determinadas condiciones, asimismo podrían tomar la manera de los animales, es primitiva, y las tradiciones de cada raza pueden charlar de semejantes transformaciones. Herodoto había oído de qué forma los Neurianos, una raza eslava, pasaron por magos entre los escitas y los helenos se establecieron alrededor del Mar Negro, por el hecho de que cada uno de ellos de ellos, una vez en el año, se transformó en un lobo a lo largo de unos días, y después volvió a su forma natural. Plinio, Pomponio Mela y San Agustín, en su gran tratado, De Civitate Dei, cuentan exactamente la misma historia, y Virgilio en sus Eclogues ha cantado exactamente la misma creencia. dos Los latinos llamaban a tal hombre un turnkin,?versipellis, una expresión que coincide precisamente con la expresión islandesa para lo mismo, y que es seguramente el auténtico original de nuestro abrigo. En Petronio la superchería aparece en su forma completa, y merece la pena reiterar. En el banquete de Trimalchion, Niceros da el próximo relato de los tornes de la temporada de Nerón:?

«Sucedió que mi amo fue a Capua para deshacerse de ciertos recursos de segunda mano. Aproveché la ocasión y persuadí a nuestro convidado a fin de que anduviera conmigo hasta el quinto jalón. Era un soldado valiente, y una suerte de Plutón tomando agua. Sobre el gallo-cuervo, cuando la luna relucía tan refulgente como el mediodía, llegamos entre los monumentos. ¡Vaya

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amigo empezó a dirigirse a las estrellas, mas estaba de humor para cantarlas o bien para contarlas; y en el momento en que me volví a mirarlo, ¡ya se había desposeído y puesto su ropa cerca de él. Mi corazón estaba en mis fosas nasales, y me puse de pie como un hombre muerto; mas ‘circumminxit vestimenta’, y de pronto se transformó en un lobo. No creo que bromeo; No engañaría por la herencia de ningún hombre. Mas para regresar a lo que decía. Cuando se transformó en un lobo, empezó a auullar, y escapó al bosque. Al comienzo apenas sabía dónde estaba, y después, cuando fui a quitarle la ropa, se transformaron en piedra. ¿Quién murió entonces de temor, mas ? No obstante, dibujé mi espada, y fui cortando el aire a derecha y también izquierda, hasta el momento en que llegué a la villa de mi novia. Entré en el patio. Prácticamente respiré mi último, el sudor corría por mi cuello, mis ojos estaban sutiles, y creí que jamás debería recobrarme. Mi Melissa se preguntó por qué razón salí tan tarde, y me afirmó, ? Si hubieses venido ya antes, cuando menos podrías habernos ayudado, pues un lobo ha entrado en la granja, y preocupado a todo nuestro ganado; mas no tenía el mejor de la gracieta, por todo cuanto escapó, pues nuestro esclavo corrió una lanza por medio de su cuello. Cuando escuché esto, no podía dudar de de qué forma era, y, como estaba despejado, corrió a casa tan veloz como un posadero robado. Cuando llegué al sitio donde la ropa se había transformado en piedra, no pude hallar solamente que sangre. Mas cuando llegué a casa, hallé a mi amigo el soldado en cama, sangrando en el cuello como un buey, y un médico vistiendo su herida. Entonces supe que era un torna lacio; ni jamás habría roto el pan con él nuevamente, y habría roto el pan con él de nuevo; no, no si me hubieses matado. 1

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El hombre que tenía tal don o bien ansía asimismo fue llamado lycanthropus, un hombre-lobo o bien hombre lobo, que término los anglosajones tradían literalmente en las leyes de Canute verevulf, y el primer hombre lobo inglés. En francés viejo era loupgarou, lo que significa lo mismo; salvo que garou significa hombre-lobo en sí sin el loup antecedente, de forma que, como observa Madden, toda la palabra es una de esas reduplicaciones de las que tenemos un caso en templados. En Bretaña era bleizgarou y denvleiz, formado respectivamente desde bleiz, lobo y guarida, hombre; garou es sencillamente una forma distorsionada de wer o bien vere, el hombre y el loup. En francés siguiente la palabra se transformó en waroul, de donde el escocés wroul, wurl, y worlin. 1

Si no era probable que una creencia tan extendida no se hubiese extendido al norte; y las graves aseveraciones de Olaus Magnus en el siglo XVI, en su Tratado de Gentibus Septentrionalibus, den cuenta de lo común que era la creencia en los lobos en Suecia tan tarde como la temporada de Gustavo Vasa. En tiempos míticos, la Saga Volsunga dos asevera de manera expresa de Sigmund y Sinfj?tli que se transformaron en lobos, que, podemos decir, eran las bestias sagradas de Odín, como Brynhildr y los Valquirias, o bien corse-seleccionar, que prosiguieron el

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go de las batallas al campo, y escogió a los fallecidos para Valhalla cuando la lucha acabó, se transformó en cisne-doncellas, y tomó la manera de cisnes. En todo caso, la piel del lobo o bien la cubierta emplumada del cisne fue asumida y dejamos de lado a placer, si bien el V?lundr Quidr, en la Edda, y las historias de «La Melusina Justa», y otras doncellas de cisne medievales, sembraron que cualquiera que se apoderó de esa forma mientras que de esta forma se separaba, tenía poder sobre su portador.En tiempos siguientes, cuando esta vieja creencia heroica decaía en la noción de brujería, se suponía que una faja de piel de lobo lanzada sobre el cuerpo, o bien aun una bofetada en la cara con un guante de piel de lobo, convertiría a la persona sobre la que el hechicero practicaba en forma de lobo insaciable, que escapó al unísono al bosque, donde continuó en esa forma a lo largo de un periodo que varió en creencia popular a lo largo de 9 días, 3. Al paso que en este estado era singularmente insaciable tras los pequeños pequeños, a quienes realizó como el lobo fue llevado a William en el viejo romance, si bien todos eran-lobos no trataron a su presa con exactamente la misma ternura que el lobo tratado William.

Pero la bestia preferida para las transformaciones norteñas en tiempos históricos, si podemos juzgar por las pruebas de las Sagas, era el oso, el rey de sus bestias, cuya fuerza y perspicacia lo transformaron en objeto de gran respeto. 1

Esta vieja creencia, entonces, podría aguardarse que se halle en estos cuentos norteños, y en consecuencia hallamos hombres formados en ellos en múltiples bestias. De otrora estas transformaciones,

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como ya hemos dicho, estaban activos, si podemos emplear la expresión, como pasiva. Un hombre que tenía el don a menudo aceptó la manera de una bestia a su voluntad propia y placer, como el soldado en Petronio, Aun ahora en Noruega, es cuestión de creencia popular que los fineses y lapps, que desde el tiempo inmemoriales han pasado por las brujas y magos más hábiles del planeta, pueden aceptar la manera de osos; y es algo común decir de una de esas bestias, cuando ser se vuelve inusualmente salvaje y audaz, «que no puede ser un oso cristiano.» En tal oso, en la parroquia de Of?den, tras haber preocupado hasta la muerte más de sesenta caballos y 6 hombres, diríase que una faja de piel de oso, la marca infalible de un hombre de este modo transformado, se halló cuando al fin fue rastreado y asesinado. El cuento llamado «Farmer Weathersky», en esta compilación (pág. doscientos ochenta y cinco), afirma que la creencia de estas transformaciones espontáneas aún existe en la tradición popular, donde es simple ver que farmer Weathersky es solo uno de los dioses viejos degradados en la manera de un diablo. Su repentina partida por el aire, el caballo, el trineo y el chaval, y todo, y su respuesta: «Estoy en casa, por igual al norte, al sur, al este y al oeste»; su nombre en sí, y su lejana morada, rodeado de los cadáveres de los fallecidos, traicionan suficientemente a la divinidad disfrazada. Su transformación, asimismo, en un halcón responde precisamente a la de Odín cuando voló lejos del Gigante de Escarcha en la manera de ese pájaro. Mas en estos Cuentos semejantes transformaciones son en su mayoría pasivas; no se generan a voluntad de la persona transformada, sino más bien por medio de la brujería practicada sobre ellos por alguien más. Por ende, el Oso Blanco en la preciosa historia de «Este o’ el Sol y El Oeste

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o’ la Luna», pág. veintidos, es un Príncipe transformado por su madrastra, como es la madrastra quien juega exactamente el mismo papel en el romance de William y el Lobo-Era. Conque el caballo en «El Hijo de la Viuda», p. trescientos once, es un Príncipe sobre el que un rey ha echado esa forma. 1 De esta manera asimismo en «Señor Pedro», p. doscientos noventa y cinco, que es la historia completa de lo que hasta el momento solo hemos conocido en parte como «Puss in Boots», el gato es una princesa encantado por el Troll que le había robado sus tierras; de esta manera asimismo en «Los 7 Foales», pág. trescientos dos, y «Los 12 Patos Salvajes», pág. cincuenta y uno, los Foals y los Ducks son Príncipes sobre los que ese destino ha llegado por el poder de una hechicera o bien un Troll, a quienes se había dado una promesa de mala guerra. Totalmente mítico es el rasgo de «Los 12 Patos Salvajes», donde el hermano menor resurge con el ala de un pato salvaje en vez de su brazo izquierdo, pues su hermana no tuvo tiempo de concluir esa una parte de la camisa, tras la finalización de la que su retransformación dependía.

Pero debemos comprender mal el espíritu de los norteños, si supusimos que estas transformaciones en bestias eran todo cuanto el corazón nacional debe charlar de las bestias y sus acciones, o bien que, cuando aparecen, lo hacen sencillamente como hombres-bestias, sin poder o bien virtud propio. Desde los primeros tiempos, a la vera de las producciones de la psique humana que charlan de los tratos de los hombres con los hombres, ha crecido un stock de tradiciones sobre los animales y sus relaciones entre sí, que forma una auténtica bestia épica, y está repleta de los rasgos más vivos de la naturaleza.

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[el parágrafo continúa] Asimismo acá, se reservó a Grimm restaurar estas tradiciones a su auténtico sitio en la historia de la psique humana, y para enseñar que la poesía que trata de ellos no es ni satírica ni educativa, si bien puede contener toques de los dos tipos artificiales de composición, sino más bien, al contrario, pura y también intensamente natural. Es épica, en suma, salir de ese profundo amor por la naturaleza y la observación próxima de los hábitos de los animales que solo es posible en una etapa temprana y fácil de la sociedad. Acostumbraba a ser la moda, cuando se apreciaban estas tradiciones de la Bestia, para indicar a ?sop como su original, mas Grimm ha probado suficientemente 1 que lo que vemos en ?sop es solo los restos de un enorme ciclo de muchas tradiciones del planeta que, en la temporada de ?sop, había sido sometido por la psique griega a ese proceso crítico que un estado tardío de la sociedad hace las tradiciones populares; que entonces ya estaban gastados y lavados y moralizados. Asimismo ha escado de qué forma exactamente el mismo proceso siguió hasta el momento en que en Ph?drus solamente que los huesos secos de las tradiciones, con una ética más seca, se sirven al lector; y ha hecho justicia sobre La Fontaine, que escribió con todo el libertinaje de su temporada, y ha arruinado toda la naturaleza de sus fábulas por la frivolidad de sus alusiones a la sociedad artificial de su tiempo.Tampoco ha perdonado a Lessing que, si bien vio por medio de la pobreza de Ph?drus en comparación con ?sop, y estaba vivo a la debilidad de La Fontaine, aún deambulaba por la bruma tradicional que colgaba pesada sobre el aprendizaje del siglo XVIII, y vio en heleno la perfección de toda fábula, cuando en ?sop

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Verdaderamente aparece en un estado de degeneración y decadencia. Acá asimismo, como en tantas otras cosas, tenemos una prueba de que el planeta es más viejo de lo que creemos. Las Fáutas Bestias en la Pantcha-Tantra y la Hitopadesa, los paralelos indios a ?sop, revelan, en la conexión en que se generan, y en el empleo ética al que se ponen, un estado de sociedad mucho alén de ese tiempo temprano simple en el que brotan semejantes ficciones. Deben haber surgido en el Este en los últimos albores de los tiempos; y por consiguiente viajando en todas y cada una direcciones, los hallamos tras muchos siglos en distintas formas, que no aceptan ningún fallo en lo que se refiere a su primer origen, en los límites de la tierra, en países tan opuestos como los polacos entre sí; en Nueva Zelandia y Noruega, en Africa Central y Serbia, en las Indias Occidentales y en Mongolia; todo separado por enormes extensiones de tierra o bien mar de su centro común.

Para el estudioso serio, para quien piensa que muchas cosas oscuras todavía pueden ser resueltas, es muy satisfactorio ver que aun Grimm, en su «Reynard el Zorro», está en una pérdida para comprender por qué razón el norte, adecuadamente llamado, no tenía ninguna de las tradiciones que la Edad Media moldeó en esa conocida épica de la bestia. Mas desde ese momento el Norte, como exactamente el mismo Gran Profesor confiesa en sus obras siguientes, se ha vengado a sí por la ligera que de este modo se le lanzó por fallo. En el año mil ochocientos treinta y cuatro, cuando Grimm expresó de esta forma su sorpresa en este punto, el Norte no tenía semejantes tradiciones que lanzar en los libros en verdad, mas las sostuvo guardadas en su corazón en una exuberancia con la que ninguna otra tierra quizás pueda competir. Este libro por lo menos muestra lo natural que le semeja a la psique norteña ahora, y lo considerablemente más natural, naturalmente, que parecía en tiempos precedentes, cuando

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sentido fue para tanto y la reflexión por tan poco, que las bestias deben hablar; y lo auténtica y fielmente que ha escuchado y buscado los acentos y el carácter de cada uno de ellos. El Oso prosigue siendo el Rey de las Bestias, en cuyo personaje aparece en «Auténtico y Falso», pág. 1, mas acá, como en Alemania, no es contrincante para el Zorro en el ingenio. De esta forma Reynard le juega un truco que lo condena por siempre a una cola torpe en el No. XXIII. (pág. ciento setenta y dos). Lo engaña con su una parte de un abeto de mantequilla en no. LVII. (pág. cuatrocientos nueve). El, es preferido como Herdsman, en No. X. (pág. sesenta y nueve), ya antes de Oso o bien Lobo, por la vieja esposa que desea que alguien atienda a su rebaño. No obstante, mientras que profesa un enorme respeto por el Oso, y lo llama «Señor», aun cuando está en exactamente el mismo acto de burlarlo. En el cuento llamado «Bien hecho y también ill pagado», p. doscientos sesenta y seis, el taimado zorro pone un acabado a su mal comportamiento a su «Señor Bruin», entrego, atado de pies y manos, al campesino, y ocasionando su muerte claramente. Asimismo acá tenemos un caso, que vamos a ver repetido en el caso de los gigantes, de que la fuerza y la estatura no siempre y en toda circunstancia son sabias, y que el ingenio y la sabiduría jamás dejan de llevar el día contra la pura fuerza salvaje. Otra historia, no obstante, restaura al oso a su auténtico sitio como rey de las bestias, dotado no solo de fuerza, sino más bien con algo divino y horrible en él que los Trolls no pueden aguantar. Se trata de «El gato en el Dovrefell», pág. noventa, con relación a la que hay que rememorar que exactamente la misma tradición existía en el siglo XIII en Alemania, 1 que el oso lleva por nombre familiarmente abuelo en el norte, y que los Lapps lo consideran

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como se parecía a los hombres que a las bestias; que afirman que tiene la fuerza de diez y el ingenio de 12 hombres. Si lo matan, le solicitan formalmente perdón, del mismo modo que los Ostjaks, una tribu afín a los Lapps, y lo llevan a sus chozas con grandes formalidades y canciones místicas. Para el Lobo, cuyo apodo es «Graylegs», 1 estos Cuentos son más complementarios. No es el rencoroso, imbécil y codicioso Isengrim de Alemania y Francia. No es que Isengrim, de quien las viejas fábulas inglesas del siglo XIII nos afirman que se transformó en fraile, sino cuando los hermanos deseaban enseñarle sus cartas a fin de que aprendiese el Paternoster, todo cuanto podían sacar de él era cordero, cordero; ni pudieron hacer que mirase a la cruz, por sus ojos, con sus pensamientos, «fueron siempre y en toda circunstancia a la madera cara el bosque.» dos Aparece, al contrario, en «El gigante que no tenía corazón en su cuerpo», pág. cincuenta y nueve, como una bestia afable y agradecida, que paga diez veces de la tienda oculta de su perspicacia sobrenatural el don del viejo jade, que Boots le había hecho.

El caballo era un animal sagrado entre las tribus teutónicas desde el primer instante de su aparición en la historia, y Implícito tres ha contado, de qué manera a la sombra de esos bosques y florestas que les servían para los templos, los caballos blancos se nutrían a costa del público, cuyas espaldas no cruzó ningún hombre mortal, cuyos niegares y ronquidos eran esmeradamente observados como vaticinios y ombres, y que se creía que eran

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consciente de los misterios divinos. En Persia, asimismo, el lector tradicional recordará de qué forma el relincha de un caballo decidió la elección para la corona. Acá, en Inglaterra, en cualquier caso, solo debemos meditar en Hengist y Horsa, los gemelos héroes de la migración anglosajona, como la historia de leyenda corrió, ?héroes cuyo nombre significaba «caballo»,?y del val del Caballo Blanco en Berks, donde la manera sagrada aún reluce durante la parte inferior, para ser recordado de la sacividad del caballo a nuestros ancestros. Los Eddas están repletos de los nombres de caballos conocidos, y las Sagas poseen muchas historias de buenos mesurados, en los que sus dueños confiaban y creían como sagrado para este o bien ese dios particularmente.Tal caballo es Dapplegrim en estos Cuentos (pág. doscientos setenta y dos), que salva a su amo de sus riesgos, y lo lleva a toda fortuna, y es otro ejemplo de esa enigmática conexión con los poderes superiores que los animales en todas y cada una de las edades se supone que tienen.

Su un amigo, asimismo, a la muchacha indefensa es el Dun Bull en «Katie Woodencloak», p. trescientos cincuenta y siete, de cuya oreja viene el «Wishing Cloth», que sirve los platos más escogidos. La historia es seguramente imperfecta, en tanto que debemos aguardar verlo nuevamente en forma humana una vez que le cortaron la cabeza, y su piel se descofía; mas, tras ser el personaje primordial hasta ese instante, continúa de ese tiempo en el fondo, y solo lo vemos oscuramente en el hombre que sale de la cara de la roca, y provee los deseos de la muchacha cuando lo llama. Dun, o bien azul, o bien color ratón, es el color preferido para el kine de hadas. En consecuencia, la vaca que Guy de Warwick mató era dun. Los Huldror en Noruega tienen grandes bandadas de cine azul. En Escocia se ejecuta la historia del Toro Elfin de color ratón. ¿Adentro

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[párrafo continúa] Islandia el tono de tal kine es apalgr?r, gris dapple. Este animal ha sido objeto de veneración y respeto desde los primeros tiempos, y solo precisamos rememorar a nuestros lectores la santidad de las vacas y los toros entre los indios y egipcios, del «becerro de oro» en la Biblia; de Io y sus vagabundeos de tierra en tierra; y, si bien para finalizar, no menos esencial, de Audhumla, la vaca mítica en la Edda, que tuvo una parte tan grande en la creación del primer Gigante en forma humana. 1

El Can, al que, con su perspicacia y lealtad, algo impuro y también impuro se aferra, como bien observa Grimm, no juega ningún papel muy sobresaliente en estos Cuentos 2

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[el parágrafo continúa] Lo hallamos, no obstante, en «No es un Pin para seleccionar entre ellos», pág. ciento setenta y tres, donde su perspicacia no advierte a su amante; y, como «el contrincante de su casa», el sabueso a medias, que persigue al taimado Zorro en «Bien hecho y mal pagado», pág. doscientos sesenta y seis. No obstante, , asimismo, en la superchería popular, está dotado con un sentido de lo sobrenatural; ulula cuando la muerte domina, y en «Buttercup», pág. ciento veinticuatro, es Goldtooth, su cánido, quien advierte a Buttercup y a su madre del acercamiento de la vieja hechicera. En «Bushy Bride», pág. trescientos veintidos, aparece solo como el cánido de regazo de la muchacha, es desechado como uno de sus sacrificios, y al fin va a la boda en su entrenador; no obstante, en ese cuento tiene algo extraño en él, y es mandado por su amante 3 veces para poder ver si el amanecer se aproxima.

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En una historia (pág. doscientos sesenta y cuatro) la Cabra aparece con su fuerza, y saca los cerebros del Troll, que vivía bajo el puente sobre la quemadura. En otro, «Tatterhood», p. trescientos cuarenta y cinco, ayuda a la muchacha en su embestida contra las brujas. El, asimismo, era sagrado para Thor en la mitología vieja, y dibujó su turismo atronador. Acá algo de la naturaleza divina de su viejo señor, que era el enorme oponente de todos y cada uno de los Trolls, semeja haber sido trasmitido en la tradición popular al animal que había visto tantas aventuras con el enorme Dios que instó el trueno. Esta disputa entre la Cabra y los Trolls sale curiosamente en «La Vieja Dama y su gallina», pág. catorce, donde una cabra cae por la puerta de la puerta del Troll: «¿Quién mandó a procurarte, me agradaría saber, bestia de barba solitaria?», afirmó el Hombre de la Colina, que estaba en una saña terrible; y con eso golpeó la Cabra, se arrancó la cabeza, y lo lanzó al sótano. Aún pertenecía a uno de los dioses paganos, y de esta manera en la superchería siguiente de la Edad Media se le asigna al Demonio, que aun toma su forma cuando encabeza el Día de reposo de las Brujas.

Nor de esta lista deben olvidarse las pájaros que enseñaron a la hija del hombre, en la historia de «Las 2 hermanastras», pág. ciento trece, de qué forma actuar en sus pruebas. De esta forma, asimismo, en «Katie Woodencloak», p. trescientos cincuenta y siete, el pájaro le afirma al Príncipe, «que comprendió realmente bien el canto de los pájaros», que la sangre aflora del zapato de oro. La creencia de que ciertas personas tenían el don de comprender lo que las aves afirmaban es primitiva. Le rindemos homenaje en nuestra proverbial expresión: «Un pájaro me lo afirmó». Las tradiciones y rimas populares resguardan sus nidos, como en el caso del wren, el petirrojo y la golondrina. En ocasiones semeja este regalo

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que haber sido adquirido al comer o bien probar la carne de una víbora o bien dragón, como Sigurd, en la historia de Volsung, primero se dio cuenta de los diseños de Regin contra su vida, cuando accidentariamente probó el corazón de Fafnir, a quien había matado en forma de dragón, y después todos al unísono el canto de la golondrina, subido por encima de él, se volvió tan comprensible como el habla humana.

No llegamos ahora a una clase de seres que juega un papel esencial, y siempre y en todo momento para los enfermos, en estos Cuentos. Estos son los Gigantes o bien Trolls. En la tradición norteña moderna hay poca diferencia entre los nombres, mas originalmente Troll era una expresión más general para un ser sobrenatural que Giant, 1 que estaba bastante recluído a una raza más hastiada que malvada. En los Gigantes tenemos la descontez de fuerza anatómico sin límites y tamaño, que, confiando por entero en estas cualidades, cae al fin por su peso. Al comienzo, es cierto, que la sabiduría proverbial, todas y cada una de las tiendas de la tradición tradicional, todo cuanto se podía aprender con lo que se puede llamar regla general, se les atribuyó. Uno asimismo simpatiza con ellos, y prácticamente los se compadece como los representantes de una simple raza primitiva, cuyo día ha pasado y desaparecido, mas que aún tenía algo de la inocencia y la virtud de los tiempos viejos, así como un stock de vieja experiencia, que, por útil que pudiese ser como un ejemplo para el resto, era bastante inútil asistirse a sí mismos.

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[el parágrafo continúa] Son los viejos tories de la mitología, en contraste a los ?sir, los liberales avanzados.Pueden mirar cara atrás y decir lo que ha sido, mas mirar cara adelante para decir lo que va a ser y va a ser, y para moldear el futuro, está alén de su ken. Auténtico como oro para lo tradicional y recibido, y sin valor como escoria para lo nuevo y progresivo: tal naturaleza, cuando no se genera, es simple y simple; mas despertarlo, y su fuerza exuberante se eleva en un paroxismo de ira, si bien sus golpes torpes torpes torpes, guiados por la pura argucia, no consiguen pegar al oponente leve y lissom que espera y elude el golpe, hasta el momento en que su razón le da el dominio sobre la fuerza bárbara pura que se ha fatigado por sus sacrificios. 1

Esta raza, y la del entremetido ?señor, si bien prácticamente siempre y en todo momento en la disputa, aún tenía sus intervalos de relaciones comunes, e inclusive el disfrute social. Los matrimonios tienen sitio entre ellos, se pagan visitas, se dan fiestas, se aborda la cerveza y la alegría es veloz y colérica. Thor era el peor contrincante que los gigantes habían tenido, y no obstante, los conoció en ocasiones en buenos términos. Estaban destinados a reunirse de una vez por siempre en ese terrible día, «el crepúsculo de los dioses», mas hasta ese momento, se entretuvieron el uno para el otro algún sentido de respeto mutuo.

Los Trolls, por otra parte, con los que la humanidad tenía más que ver, se suponía que eran menos simples de templar, y más de forma sistemática malignos, que los Gigantes, y con el término estaban atados nociones de brujería y

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poderado. Mas la mitología es un woof de muchos colores, en los que los tonos se disparan y se mezclan, de tal modo que las distintas razas de seres sobrenaturales se sombrean, y se desvanecen prácticamente inapreciablemente entre sí; y de esta manera, aun en tiempos paganos, debe haber sido bastante difícil decir precisamente dónde acabó el Gigante y empezó el Troll. Mas cuando el cristianismo entró, y el pagano cayó, cuando la raza divina del ?sir se transformó en diablos malignos en vez de buenos poderes excelentes, entonces todos y cada uno de los objetos de la vieja creencia popular, así sea ?sir, Gigantes, o bien Trolls, se mezclaron en una superchería, como «no canny.» Todos eran Trolls, todos malignos; y de esta forma es que, en estos Cuentos, las tradiciones sobre Odín y sus suboculos, sobre los Gigantes de Escarcha, y sobre hechiceros y magos, están confundidas y confusas; y toda agencia sobrenatural que trama el mal del hombre es obra de Trolls, así sea el agente el propio enemigo, o bien gigante, o bien hechicera, o bien mago.

En cuentos como «La vieja dama y su gallina», pág. catorce, «El gigante que no tenía corazón en su cuerpo», pág. p. cincuenta y nueve, «Shortshanks», pág. ciento treinta y uno, «Boots and the Troll», pág. doscientos quince, «Boots who ate a Match with the Troll», pág. treinta y seis, prevalece el carácter simple de los viejos Gigantes de Escarcha, y prácticamente los compadecemos al leer. En otro, «El Pájaro Grande Dan», p. trescientos ochenta y dos, tenemos un Príncipe Troll, que aparece como un desprendido benefactor al joven Príncipe, y le presta una espada por ayuda de la que mata al Rey de los Trolls, tal y como en ocasiones hallamos en las asambleas amistosas de Edda entre el ?sir y este o bien ese Gigante de Escarcha. En «Tatterhood», pág. trescientos cuarenta y cinco, los Trolls son muy similares a las brujas de la Edad Media. En otros cuentos,

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como «La dama profesora», pág. setenta y uno, «El cinturón azul», pág. ciento cincuenta y cinco, «Farmer Weathersky», pág. doscientos ochenta y cinco, una suerte de malignidad asentada contra el hombre aparece como el trabajo directo y el resultado de un espíritu malo y maligno. En «Buttercup», pág. ciento veinticuatro, y «El gato en el Dovrefell», tenemos el Troll apropiado, los moradores sobrenaturales de los bosques y colinas, que van a la iglesia, y comen hombres, y gachas, y salchichas indiferentemente, no de la malignidad, sino más bien por el hecho de que no saben mejor, por el hecho de que es su naturaleza, y por el hecho de que siempre y en todo momento lo han hecho. En un punto todos están de acuerdo: en su sitio de morada. El bosque de pinos salvajes que viste las espuelas de las caídas, mas más que todos, los huecos interiores de la rocosa cayeron a sí mismo, es donde viven los Trolls. Allá se llevan a los hijos de los hombres, y a ellos pertenecen todas y cada una de las riquezas inestimables del planeta mineral. Allá, en grutas y hendiduras en la cara empinada de la roca, se sienta el Troll,. como el representante de los viejos gigantes, entre montones de oro y plata y cosas hermosas. Se distancian en el bosque obscuro de día, donde ningún rayo del sol puede perforar; retornan a casa al anochecer, se celebran llenos, y roncan fuera de la noche. Una cosa fue fatal para ellos: la vista del sol. Si lo miraban lleno a la cara, su gloria era demasiado grande para ellos, y reventaron, como en «Señor Pedro», pág. doscientos noventa y cinco, y en «La vieja Dama y su gallina», pág. catorce. Esto asimismo es un rasgo de manera profunda mítico. La vieja religión del Norte era una fe refulgente y viva; vivió a la luz de la alegría y la alegría; sus dioses eran los «poderes alegres»; opuesto a ellos eran los poderes oscuros de la bruma y la tristeza, que no podía aguantar la cara gloriosa del Sol, de semblante brillante de Baldr, o bien el destello refulgente del cerrojo levin de Thor.

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En un aspecto, toda la raza de Gigantes y Trolls se resalta con una fuerte luz histórica. No hay duda de que, en su permanencia entre los bosques, y las rocas y las colinas, tenemos un recuerdo de la eliminación y extinción gradual de alguna raza hostil, que poquito a poco se retiró a las solideces naturales de la tierra, y de forma rápida se transformó en mítico. Tampoco, si tomamos en cuenta su situación natural, y recordamos qué continuamente la vileza de la brujería se ha aferrado a los fineses y lapps, vamos a tener mucho que ir a buscar esta vieja raza, aun en hoy. Entre esta raza nómada marginada, que deambulaba de bosque en bosque, y de cayó a caer, sin un sitio fijo de morada, y los viejos poderes naturales y Gigantes de Escarcha, las psiques de la raza que adoraban a Odín y el ?sir pronto engendró un monstruoso hombre-comendo raza de seres sobrenaturales, que escapó del contacto con los intrusos tan pronto como la primera gran lucha había terminado, detestaba la luz del día, y miraba la agricultura y la labranza como una innovación peligrosa que destrozó sus campos de caza, y por último estaba destinado a arraigarlos de la faz de la tierra.Este hecho aparece en incontables historias en el mundo entero, por el hecho de que el hombre es leal a sí mismo en todos y cada uno de los tiempos, y el salvaje en Africa o bien mediante las Montañas Rocosas teme labranza y odia el arado tanto como cualquier Lapp o bien Samoyed. «¡Mira qué bonitos juegos, madre!», chilla la hija del Gigante, mientras que desabrocha su delantal, y le enseña un arado, y caballos y campesinos. «De vuelta con ellos en este momento», chilla la madre con ira, «y los baja con el mayor cuidado posible, pues estos juzgos pueden hacer nuestro gran daño a nuestra raza, y cuando estos vengan debemos movernos.»

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[párrafo continúa] «¿Qué clase de lombriz de tierra es esta?», afirmó un gigante a otro, cuando conocieron a un hombre mientras que andaban. «Estas son las lombrices de tierra que cualquier día nos van a comer, hermano», respondió el otro; y pronto los dos Gigantes dejaron esa una parte de Alemania. Este rasgo tampoco aparece con menos fuerza en estos cuentos norteños. Los Gigantes o bien Trolls no pueden preparar ni lavar apropiadamente, como vemos en «Shortshanks», pág. ciento treinta y uno, donde el Ogro debe lograr que Shortshanks prepare su cerveza para él; y en «East o’ the Sun and West o’ the Moon», pág. veintidos, donde ninguno de los Trolls es capaz de lavar el punto de sebo. De este modo asimismo en «2 hermanastras», pág. ciento trece, la vieja hechicera se ve obligada a lograr que las criadas humanas hagan su trabajo doméstico; y, finalmente, el mejor ejemplo de todos, en «Señor Pedro», p. doscientos noventa y cinco, donde la agricultura es meridianamente un secreto de la humanidad, que los Gigantes estaban deseoso por aprender, mas que era una rama del conocimiento alén de su poder para lograr.

«‘Detente un poco’, afirmó el Gato, ‘y te afirmaré de qué manera el labrador se pone a trabajar para lograr su centeno de invierno.’

«Y de esta manera le contó una larga historia sobre el centeno de invierno.

«Primero de todo, ya ves, labra el campo, y después lo estiércol, y después lo arado nuevamente, y después lo tortura,’ y de esta forma siguió hasta el momento en que salió el sol.»

Antes de dejar estos enormes poderes naturales, aguardemos un instante para apuntar qué de corazón se esbozan los Vientos en estos Cuentos como 4 hermanos; de los que, evidentemente, el viento del Norte es el más viejo, y más fuerte, y más duro. Mas si bien áspero en forma y lengua, es un tipo excelente, de buen corazón tras todo. Lleva a la muchacha al castillo, «East o’ the Sun and West o’ the Moon», donde ninguno de sus hermanos tenía fuerzas para soplar. Todo

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le pregunta es que no va a tener temor, y después descansa bien, y se llene con la mayor respiración que pueda mantener, empieza a volar una tormenta, y se marchan. Con lo que, asimismo, en «El chaval que fue al Viento del Norte», p. doscientos veintiocho, si bien no puede restaurar el alimento que llevó, le da al chaval 3 cosas que hacen su fortuna, y le pagan realmente bien. Asimismo , como el heleno Boreas, es divino, y desciende linealmente de Hr?svelgr, ese gran gigante en la Edda, que se sienta «en el fin del planeta en forma de águila, y cuando agita sus alas, todos y cada uno de los vientos vienen que soplan sobre los hombres.»

Se ha dicho que la vieja religión y la mitología del norteño aún vive disfrazada de estos cuentos populares. Aparte de esta patentiza interna, hallamos acá y allí, en la literatura escrita de días precedentes, rastros de que exactamente las mismas historias eran aun entonces actuales, y actuales entonces, como ahora, entre las clases más bajas. De esta forma, en la Saga del rey Sverri leemos: «Y de este modo fue como lo que diríase que sucedió en viejas historias de lo que los hijos del rey padecieron por la mala voluntad de su madrastra». Y nuevamente, en la Saga de Olof Tryggvason por el fraile Odd, «Y mejor es oír semejantes cosas con alegría que las historias de la madrastra que los pastores cuentan, donde absolutamente nadie puede decir si algo es cierto, y donde el rey siempre y en todo momento se hace menos en su narrativa.» Mas, de verdad, no se precisan semejantes pruebas positivas. Cualquiera que haya leído el cuento de Volsung como lo hemos dado, no va a tener ninguna pérdida para poder ver de dónde vienen los «pequeños pájaros» que charlan con el Príncipe y la chavala, o bien el «pozo de víboras» en el que se lanza a la gente, en estos cuentos; ni cuando leen en el «Gran Pájaro Dan», p. trescientos ochenta y dos, sobre «los desnudos

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sescuía» que la princesa pone a su lado cada noche, no va a reconocer la espada de Sigurd Gram, que puso entre él y Brynhildr cuando cabalgó por medio de la llama y le ganó por Gunnar. Estos germens míticos y arraigados, que lanzan brotes frescos de edad en edad en la literatura popular de la raza, son pruebas considerablemente más contundentes de la existencia temprana de estas tradiciones que cualquier pura patentiza externa. 1

Footnotes

cix:1 Heb. xiii. 1: «Siga el amor fraterno. No se olvide de divertir a los extraños, por el hecho de que por ende ciertos han entretenido ángeles inconscientes.»

cx:1 Uno de los nombres de Odín, cuando estaba en estas aventuras, era Gangradr, o bien Gangleri. Los dos significan «el Ganger, o bien wayfarer». Tenemos este último epíteto en el «Gangrel carle», y «Gangrel loon», de las primeras baladas escocesas.

cxii:1 De esta forma asimismo el Cinturón de Orión fue llamado por los norteños, el husillo o bien la roca de Frigga, rockr Friggjar. En sueco moderno, Friggerock, donde la vieja diosa tiene la suya; mas en danés, Mari?-rock, el rock o bien husillo de la Virgen. De este modo, asimismo, Karlavagn, el «turismo de los hombres», o bien héroes, que cabalgaban con Odín, que llamamos «El Wain de Carlos», guardando de este modo algo, por lo menos, del viejo nombre, si bien nada de su significado, se transformó en Escocia «Peter’s-pleugh», del santurrón cristiano, del mismo modo que la espada de Orión se transformó en «Peter’s-staff». Mas, ¿qué es lo que significan «Lady Landers» y «Lady Ellison», aplicada a la «Lady-Bird» en Escocia?

cxiii:1 D. M., p. ciento veintiseis fol., donde se citan en length.

cxiv:1 Edda de Snorro, Estocolmo, mil ochocientos cuarenta y dos, traducido por el writer.

cxvii:1 Vea la famosa historia del «Luck of Eden Hall».»

cxviii:1 Hist. ii. dieciseis.

cxix:1 Snor. Ed. Skaldsk. cuarenta y tres.

cxix:2 St. Luke x. dieciocho.

cxx:1 Ron. Edda, cap. treinta y cuatro, Engl

.

cxxiv:1 Acá existen algunos de estos pasajes que podrían ser mucho extendidos:? Burchard of Worms, p. ciento noventa y cuatro, a. «credidisti ut aliqua femina sit qu? hoc facere possit quod qu?dam un diabolo decept? se affirmant necessario et ex- pr?cepto facere debere; id est cum d?monum turb? en semejanza mulierum transformat?, quam vulgaris stultitia Holdam vocat, certis noctibus equitare debere super quasdam bestias, et in eorum se consortionum aneratam esse.

«Illud etiam non omittendum, quod qu?dam scelerat? mulieres retro blog post Sathanam convers?, d?monum illusionibus et phantasmatibus seducto? credunt se et profitentur nocturnis horis cum Dian? paganorum dea, vel cum Herodiade et innumera multitudine mulierum equitare super quasdam bestias, p. cxxv et multa terrarum spatia intempest? noctis silentio pertransire, ejusque jussionibus velut Domin? obedire et certis noctibus ad ejus servitium evocari.»? Burchard of Worms, diez, 1.

«Quale est, quod noctilucam quandam, vel Herodiadem, vel pr?sidem noctis Dominam concilia et conventus de nocte asserunt convocare, varia celebrari convivia, etcétera»? Joh. Sarisberiensis Polycrat., dos, diecisiete, murió en mil ciento ochenta y dos.

«Herodiam illam baptist? Christi interfectricem, quasi reginam, immo deam proponant, asserentes tertiam totius mundi partem illi traditam.»? Algo. Cambrens., murió novecientos setenta y cuatro.

«Sic et d?mon qui pr?textu mulieris cum aliis de nocte, domos et cellaria dicitur frequentare, et vocant eam Satiam a p. cxxvi satietate, et Dominam Abundiam, pro abundantia, quam eam pr?stare dicuntibu doms quas frequentaverit; hujusmodi etiam d?mones quas domina vocant, vetul? Penes quas fallo iste remansit et a quibus solis creditur et somniatur.»? Guilielmus Alvernus, i. mil treinta y seis, murió en mil doscientos cuarenta y ocho.

So asimismo el Roman de Rou (M?on, línea dieciocho.622)?

Qui les zinc sons ainsinc de?oit

Par les fantosmes, qu’il re?oit,

Dont maintes gens par lor folie

Cuident estre par nuit estries,

Errans aveques Dame Habonde;

Et dient, que par tout le monde

Li niveles enfant de na

Sunt de ceste condicion.»

Y nuevamente, línea dieciocho,686?

«Dautre part, que li tiers du monde

Aille ainsinc avec Dame Habonde.»

cxxvii:1 Vea la derivación de pagano de ‘paganus’, que vivía en el país, en contraste a ‘urbanus’, un habitante de la urbe.

cxxvii:2 Snorro’s Edda, Dasent’s Trans. pp. veintinueve, Estocolmo mil ochocientos cuarenta y dos.

cxxvii:3 Keisersberg Omeiss, cuarenta y seis b., convocado por Grimm, D. M., p. novecientos noventa y uno, afirma?

«Wen man ein man verbrent, so brent man wol zehen frauen.»

cxxix:1 Véase el pasaje de Vincent, Bellov. Fantasma Mor. iii. dos, veintisiete, convocado en Grimm, D. M., págs. mil doce-trece.

cxxx:1 El próximo pasaje de «El Fortalice de la Fe» de Alphonso Spina, escrito sobre el año mil cuatrocientos cincuenta y ocho, va a bastar para enseñar qué repugnante es repugnante que el Demonio, en forma de cabra, había suplantado a la «Buena Señora:»?» Quia nimium rebosantes cuentos pervers? mulieres en Delphinatu et Guasconia, ubi se asserunt concurrere de nocte in qu?dam planitie abandona ubi p. cxxxi est caper quidam in rupe, qui vulgariter dicitur el boch de Biterne, et quod ibi conveniunt cum candelis accepsis et adorant illum osculantes cum in ano suo. ¿El capte de Ideo? plures earum, ab inquisitoribus fidei et convict? ignibus comburuntur.»

A menos del mismo tiempo, asimismo, empezó a propagar la noción de pactos escritos formales entre el diablo y los hombres que iban a ser suyos tras un cierto tiempo, a lo largo del como iba a asistirles a todos y cada uno de los recursos terrenales. Esto asimismo vino con el cristianismo de Oriente. La primera instancia fue Teófilo, virolicio del prelados de Adana, cuya caída y conversión forman el original de todas y cada una de las Leyendas de Fausto. Véase Grimm, D. M., novecientos sesenta y nueve, y «Theophilus in Icelandic, Low German, and other tongues, de G. W. Dasent, Estocolmo, mil ochocientos cuarenta y cinco,» donde se puede localizar un relato completo de la literatura de la historia de leyenda. En prácticamente todos estos primeros casos, el Diablo se mofa de la ayuda de la Virgen o bien de algún otro santurrón, y de esta forma se recuerda al lector al Demonio norteño, el sucesor de los Gigantes, que siempre y en toda circunstancia hace malas baratijas. Cuando la historia se aplicó a Fausto en el siglo XVI, el horrible Demonio de la Edad Media era principal, y supo de qué forma demandar su debido.

cxxxii:1 Qué de manera extraña lleno de los pies en el suelo suena el próximo artículo de las Capitularies de Carlomagno, De parte. Sax. 5: «Si quis a diabolo deceptus crediderit secundum morem Paganorum, virum aliquem aut f?minam strigarn esse et homines comedere, et propter hoc ipsum incenderit, vel carnem ejus ad comedendum dederit, capitis sententi? punietur. Y esto de Rotharius, Lex. Roth., 379: «Nullus pr?sumat aldiam alienam aut ancillam quasi strigam occidere, quod Christianis mentibus nullatenus est credendum nec possibile est, ut hominem mulier vivum intrinsecus possit comedere.» Acá la ley advierte a la gente común de opinar en las brujas, y de tomar sus funciones en sus manos, y las razones con ellos contra el absurdo de semejantes desvaríos. De esta forma, asimismo, ese sacerdote parroquial razonable que golpeó a la hechicera, si bien ya antes en el tiempo, estaba adelantadísimo a Gregorio y sus inquisidores, e inclusive de nuestro sabio rey James.

cxxxiii:1 El próximo es el título de este extraño tratado,?» Newes de Escocia, declarando la vida sancionable del Doctor Fian, un notable Hechicero, que fue quemado en Edenbrough, en el primer mes del año pasado mil quinientos noventa y uno, que Doctor registró para el devil, que en tiempos de servicio al suelo predicado en North Baricke Kirke a una serie de brujas conocidas. Con los auténticos exámenes del tal Doctor y las brujas, como los pronunciaron en presencia de p. cxxxiv el rey escocés. Descubrir de qué manera fingían hechicar y ahogar a su Majestie en el mar, viniendo de Dinamarca, con otros temas fantásticos como afines, no se ha oído bin en el instante de los nie.Publicado conforme la copia escocesa. Impreso para William Wright.» Fue reimpreso en mil ochocientos dieciseis para el Roxburghe Club por el Sr. G. H. Freeling, y es escasísimo aun en la reimpresión, que, considerando todas y cada una de las cosas, es quizás igualmente bien.

cxxxiv:1 Los próximos especímenes de las torturas y confesiones pueden ser suficientes; mas la mayor parte de los crímenes y confesiones son inenarrables. Una Geillis Duncane fue torturada por su profesor David Seaton, que habitaba en la urbe de Tranent, quien, «con la ayuda de otros, la torturaba con la tortura de los Pilliwinkes , sobre sus dedos, y anudando y retorciendo su cabeza con un cordón o bien un roape, que asimismo es un tormento muy atroz». De esta forma asimismo Agnes Sampson, «la hechicera mayor de todos , que habita en Haddington, siendo llevada a Haleruid House frente a la imponente y sundry de la verdad de Escocia, hizo que su cabeza golpeara con una cuerda conforme con la costumbre de esa condería, beeing a payne most greevous.» Una vez que la marca del Demonio se halla en ella, confiesa que se fue al mar con otros doscientos en tamices al kirk de North Berwick en East Lothian, y una vez que aterrizaron «tomaron manos en la lande p. cxxxv y daunced, este reill o bien corto daunce, diciendo todo con una sola voz,?

«Commer goe hes before, Commer goe vosotre,

Si no vais ya antes, Commer permíteme.»

[el parágrafo continúa] «En ese instante confesó que este Geillis Duncane goe antes que tocando este reill o bien daunce sobre un pequeño triunfo llamado triunfo de un judío, hasta el momento en que entraron en el kirk de Barrick del Norte.» «Como tocar al citado Doctor Fian», fue llevado y preso, y usado con el dolor habituado proporcionado para estos delitos, producidos al resto, como se ha dicho. Primero golpeando su cabeza con una cuerda, en la que no confesaría nada(!) Seguidamente, fue convencido por medios justos para confesar sus insesateces, mas eso predominaría como poco. Finalmente, fue sometido al dolor más severo y atroz del planeta, llamados los Botas, que tras haber recibido 3 derrames cerebrales, siendo preguntado si confesaba sus actos sancionables y su vida desalmada, su canto no le serviría para charlar». Esta incapacidad, producida indudablemente por el dolor, las otras brujas explican diciendo que no se había encontrado la marca del Demonio, que, siendo encontrado, «el encanto» estaba «stinted», y el Doctor, con el miedo seguramente de una cuarta parte golpe, confesó cosas inoportutamente vergonzosas. Habiendo escapado de la cárcel, evidentemente por la ayuda del Demonio, fue perseguido, y llevado de vuelta y revisado frente al rey. «Mas este p. cxxxvi Doctor, pese a que su confesión aparece en registro, bajo su letra, y exactamente la misma obra fija en presencia de la majestad del Rey y el señor de su councell, no obstante, negó por completo lo mismo, con lo que el imponente del Rey, percibiendo su obstinada doriedad… se le mandó tener un tormento extrañísimo, que se hizo así después,? Sus clavos sobre sus dedos estaban desgarrados y arrancados con un instrumento llamado en escocés un Turkas, que en Inglaterra wee llamar un payre de pinzas, y bajo everie nayle había empuje en 2 necesidades hasta las cabezas. En todo cuanto los tormentos, pese a que el Doctor jamás se encoge ni un liso, tampoco lo confesaría lo antes posible por todas y cada una de las torturas que se le produjeron.

«Entonces estaba con toda la velocidad recomendable, por mando convaied nuevamente al tormento de los botines, donde hein siguió un buen tiempo, y continuar tantos golpes en ellos, que sus legges fueron aplastados y golpeados a éter tan pequeño como p. cxxxvii podría ser, y los huesos y la carne tan brusca que la mácula y la medula escupió en gran exuberancia, con lo que fueron hechos inútiles por siempre. Y pese a todos estos dolores graves y atroces tormentos, no confesó el aniething, tan de manera profunda había entrado en su corazón, que hee negó por completo todo cuanto había visto ya antes, y no afirmaría nada de lo más que esto, que lo que había hecho y afirmó ya antes, se hizo y afirmó por miedo a los pagos que había soportado.» Desde ahí como «una debida ejecución de la justicia», «y por poner un ejemplo sake», fue juzgado, sentenciado, puesto en un carro, asfixiado y también «de forma inmediata puesto en un enorme incendio, siendo readie proporcionado para ese propósito, y allá quemado en la colina del castillo de Edenbrough en una saterdaie, en la enda de Enero pasado pasado, mil quinientos noventa y uno.» El tratado acaba significativamente: «El resto de las brujas que todavía no son ejecutadas remayne en cárcel hasta el momento en que más juicio y conocimiento del placer de su majestad».»

cxxxix:1 Od. iii. 372; y xxii. doscientos treinta y nueve.

cxxxix:2 Ecl. viii. noventa y siete?

«Su ego s?pe lupum fieri et se condere silvis

M?rim??? vidi.»

cxl:1 Véase D. M., mil cuarenta y siete fol.; de Grimm; y para esta traducción de Petronio, una carta bien interesante antecedida a Madden’s ed. of the old English Romance of «William and the Werewolf», mil ochocientos treinta y dos, one of the Roxburghe Club Publications. Esta carta p. cxli, que estaba de la mano del Sr. Herbert de Petworth, contiene todo cuanto se conocía sobre este tema ya antes que Grimm; mas cuando Grimm llegó fue, equiparado con todos y cada uno de los que habían tratado el tema, como un hombre sobrio entre borrachos.

cxli:1 Bisclavaret en los Lais de Marie de France, i. ciento setenta y ocho, semeja ser una corrupción de Bleizgarou, en tanto que el garwal normando es de garwolf. Véase asimismo El Dict. de Jamieson bajo warwolf.

cxli:2 Fornald S?g., i. ciento treinta, ciento treinta y uno.

cxlii:1 Ver Landnama en muchos lugares. El hundimiento de Egil. Hrolf Krak. Sag.

cxliv:1 Troldham, en kaste ham paa. Comp. el viejo norteño hamr, hamf?r, hammadr, hamrammr, que ocurren reiteradamente en exactamente el mismo sentido.

cxlv:1 Reinhart Fuchs, Introduction.

cxlvii:1 Grimm, Irisch. Elfenm., ciento catorce-diecinueve, y D. M., cuatrocientos cuarenta y siete.

cxlviii:1 Comp. Abrazo,N?tre-Dame de Paris, donde nos afirma que los gitanos llamaron al lobo piedgris.Véanse asimismo Grimm, D. M., seiscientos treinta y tres, y Reinhart, lv, ccvii y cuatrocientos cuarenta y seis.

cxlviii:2 Douce, Illust. to Shakspeare, ii. treinta y tres, trescientos cuarenta y cuatro, convocado en Reinhart Fuchs, ccxxi.

cxlviii:3 Alemán. nueve, diez.

cl:1 Snorro’s Edda, ch. vi., English trans., Estocolmo, mil ochocientos cuarenta y dos.

cl:2 De este modo desde los primeros tiempos «cánido», «can», ha sido un término de reproche. Grandes casos de lealtad, como «Gellert» o bien el «Cánido de Montargis», los dos orientales y primitivos, apenas han redimido de la desgracia la naturaleza currish de la raza por lo general. M. Francisque Michel, en su Histoire des Races Maudites de la France et de l’Espagne, considera que probablemente Cagot, el apodo por el que los góticos herejes que escaparon a Aquitania en la temporada de Hables Martel, y recibieron protección de ese rey y sus sucesores, fueron llamados por los francos, se derivaron del término Canis Gothicus o bien Canes Gothi. En francés moderno la palabra significa «hipócrita», y esto procedería de la noción de la conformidad externa con los formularios católicos impuestos a los gotos arios por sus protectores ortodoxos. Etimológicamente, la derivación es suficientemente buena, conforme Diez, Romanisches Worterbuch; Procede?al ca, perro; Tengo, gótico. Ya antes de dejar Cagot, podemos observar que la derivación de intolerante, nuestro ‘bigot’, otra palabra del mismo tipo, no es tan p. cli clara. Michel afirma que viene de Vizigothus, Bizigothus. Diez afirma que esto es demasiado disparatado, singularmente por el hecho de que «Bigot», «Bigod», era un término aplicado a los normandos, y no a la población del sur de Francia. Hay, además de esto, otra derivación dada por Ducange de una crónica latina del siglo XII. Al charlar del homenaje efectuado por Rollo, el primer duque de Normandía, al rey de Francia, afirma

«Hic non dignatus pedem Caroli osculari nisi ad os suum levaret, cumque sui comites illum admonerent ut pedem Regis in acceptione tanti muneris, Neustri? provinci?, oscularetur, Anglic? lingu? respondit ‘ne se bi got,’ quod interpretatur ‘ne per deum.’ Rex vero et sui illum deridentes, et sermonem ejus corrupt? referentes, ilustre vocaverunt Bigottum; unde Normanni adhuc Bigothi vocantur.»

Wace, asimismo, afirma, en el Romano de Rou, que los franceses habían abusado de los normandos de muchas formas, llamándolos Bigos. Asimismo se llama, en un registro francés del año mil cuatrocientos veinticinco, «un mot 3 injurieux». Diez afirma que no se empleó en su sentido actual ya antes del siglo XVI.

cliii:1 La palabra más frecuente para un gigante en las Eddas era J?tunn (A.-Sax. eoten), que, por extraño que, subsiste en el Etin escocés. En uno o bien 2 lugares se ha usado la palabra Ogro, que es apropiadamente una palabra romance, y procede del ogro francés, Ital. orco, Lat. orcus. Acá, asimismo, tenemos un viejo dios romano del planeta inferior degradado.

cliv:1 Estos paroxismos fueron llamados en el norteño viejo J?tunmodr, el estado anímico Etin, en contraste a Asmodr, el estado anímico del ?sir, esa ira divina que, si bien candente, aún estaba bajo el control de la razón.

clx:1 Puede merecer la pena al paso que acá para dar cuenta de lo viejo y extendido esta costumbre o bien noción de la «espada desnuda» era. En el norte, aparte de charlar de Sigurd y Brynhildr, lo oímos de Hr?lf y también Ingigerd, que descansaban de noche en una cabaña de hojas en el bosque, y se acostaban, «mas pusieron una espada desnuda entre ellas». De esta manera asimismo Saxo Grammaticus afirma del rey Gorm: «C?terum ne inconcessum virginis amorem libidinoso complexu pr?ripere videretur, vicina latera non solum alterius complexibus exuit, sed etiam districto mucrone secrevit.»?Lib. nueve, p. ciento setenta y nueve. De esta manera asimismo Tristán y también Isolt en Gottfried del poema de Strasbarg, líneas diecisiete,407-diecisiete?

«Hierdber vant Tristan einen sin,

Si giengen un ir bette más extenso,

Und leiten sich d? más extenso,

Von einander wol bin dan,

Hony als man und man,

Niht als man und w?p;

D? lac l?p und l?p,

En gelegenheit,

Ouch h?t Geleit Tristan

Sin swert bar enzwischen si.»

[el parágrafo continúa] Y el viejo Tristán francés de igual manera?

«Et qant il vit la nue espee

Qui entre eus dens les deseurout.»

[el parágrafo continúa] Con lo que el viejo Tristrem Inglés, iii. veinte, veintiuno, veintidos?

«Su desviado se deslizó, tetas

Y lo puso el dobladillo mordido.»

[párrafo continúa]p. clxiY la vieja balada alemana en Des Knaben Wunderhorn, ii. doscientos setenta y seis?

«Der Herzog zog aus sein goldiges schwert,

Seguis leit es zwischen beide hert

Das schwert soll weder hauen noch schneiden,

Das Annelein soll ein megedli bleiben.»

[el parágrafo continúa] So Fonzo y Fenizia en el Pentamerone, i. nueve?

«Ma segnenno havere fatto vuto a Diana, de non toccare la mogliere la notte, mese la spata arrancata comme staccione ‘miezo ad isso ed a Fenizia.»

y en la historia de Grimm de «Los 2 hermanos», donde el segundo hermano pone «una espada de doble filo» de noche entre él y la esposa de su hermano, que lo ha confundido con su hermano gemelo. En verdad, la costumbre, como William Wackernagel ha cedido en Zeitschrift f?r Deutsches Alterthum de Haupt, fue reconocida por la ley; y tan tarde como mil cuatrocientos setenta y siete, cuando Lewis, Condado Palatino de Veldenz representó a Maximiliano de Austria como su apoderado en el compromiso de María de Borgoña, se metió en cama del estado, arrainó y alentó, y puso una espada desnuda entre él y la novia. Birkens Ehrenspiegel, pág. ochocientos ochenta y cinco. Ver asimismo como una prueba de que la costumbre era famosa en Inglaterra ya en el siglo XVII, «The Vivaz Crew», una comedia actuó por vez primera en mil seiscientos cuarenta y uno, y citada por Sir W. Scott en su Tristrem, p. trescientos cuarenta y cinco, donde se dice: Act v. sc. dos, «Le afirmó que sería su apoderado, y se casaría con ella por él, y se acostaría con ella la primera noche con un cudgel desnudo entre ellos.» Y ver para todo el tema, Deutsche Rechts-Alterth?mer de J.Grimm, G?ttingen, mil ochocientos veintiocho, págs. ciento sesenta y ocho-setenta.

(Fuente: http://www.sacred-texts.com/neu/ptn/ptn08.htm)