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Danza Folclórica Mexicana

03/02/2020

danza de las cintas yucatan

«Se anunciaba la salida con cohetes y triquitraques y la orquesta tocaba una alegre jarana especial que todos bailaban, comenzando por el chik o bufón. «Todos bailaban, comenzando por el chik o bufón que cantaba expresivamente en lengua maya y hacía gesticulaciones y cabriolas que ocasionaban hilaridad entre la abundante concurrencia», prosiguió. «Se baila al ritmo de un son peculiar muy similar a la primera etapa musical de torito, pero finalmente mucho más acompasado y retardado», detalló.

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La danza es parte clásico de una vaquería, un festival que se cele-braba en los ranchos de ganado para honrar a los vaqueros de la región. Comienza con la búsqueda y preparación de un leño de árbol, una ceiba, si es viable, o otro árbol propicio para el palo de mayo, de 5 a 6 metros de altura. Diez o más bailarines, alternando hombres y mujeres, bailan hacia el palo, y en el momento en que llegan al palo cada uno de ellos toma una cinta, formando un círculo en torno a la base. En Yucatán se toca la música de una “jarana”, en ¾ tiempo, y los bailarines tejen alrededor del palo, uno alrededor del otro, en una complicada serie de pasos que parecen totalmente aleatorios, pero que no lo son; el resultado final es una hermosa trenza tejida cerca del palo, de arriba hacia abajo. Entonces, repiten los pasos en reversa, y destrenzan las cintas, todo lo mencionado se hace a tiempo con la música. En la actualidad, esto normalmente pasa fuera del palacio municipal de pueblos y ciudades de todo Yucatán. Hay pocos espectáculos de danza regional que puedan superar el alegre espíritu del Baile de las Cintas.

«Es un baile que representa mucho de lo que fuimos y somos como yucatecos; en las serenatas se muestra en el momento en que el software es de danza, pues tenemos programas con trova, poesía y otras variantes», expuso. Los experimentados bailarines Beatriz Cetina Concha y José Luis Chim Baak agasajaron al público la jarana “El ferrocarril”, que ejecutaron con charolas sobre la cabeza. “En la mestiza” bailaron con rutas canastas de flores y se ganaron los aplausos espontáneos de los ayudantes con la bien ejecutada “Danza de las cintas”. En ámbas últimas piezas utilizaron paliacates que agitaron al ritmo de la música y palitos que hicieron sonar entre sí y en el piso. Un total de 38 jóvenes, incluída la reina y su pareja, participaron en el baile figurado que incluyó habituales jaranas. El sitio lució una decoración en relación a la ocasión, llena de datos alusivos a las prácticas y tradiciones de este estado. La flora yucateca y las tradiciones del Mayab se hicieron presentes en el Baile Regional del Club Campestre que encabezó la reina de la sociedad, Aranza Ceballos Anchustegui.

La música, estrepitosa y sonora, está por norma general al cargo de una orquesta conformada por dos clarinetes, dos trompetas, 2 trombones, un güiro y timbales. “Se anunciaba la salida con cohetes y triquitraques y la orquesta tocaba una alegre jarana especial que todos bailaban, empezando por el chik o bufón. Se adornaba la mesa de igual manera que el arco de la jaula; en los laterales y al frente pendían largas cintas que asían las bailadoras en traje de vaqueras , ya que tenían que bailar en el momento en que la llevaran al salón donde la homenajeaban a todo ritual. “Todos bailaban, comenzando por el chik o bufón que cantaba expresivamente en lengua maya y hacía gesticulaciones y cabriolas que ocasionaban hilaridad entre la abundante concurrencia”, siguió. “Se baila al son de un son peculiar muy semejante a la primera etapa musical de torito, pero finalmente mucho más acompasado y lento”, detalló. No hay una fecha precisa del origen del bailable, pero en según el libro “Prácticas de Yucatán”, de Luis Pérez Conocido, a esa danza lo reconocen por norma general con el nombre de Pol kekén, palabra compuesta que proviene, según el diccionario Maya Cordemex, de pool y kekén . Los folclóricos se apropiaron ayer de noche del escenario de la Enorme Salón del Teatro de la Ciudad para prestar una velada mágica, donde brilló el esplendor de nuestra cultura.

  • La música se detenía y un bailador le recitaba un cuarteto en buen chiste, que generaba aplausos del resto bailadores y también convidados, pero sin escaparse de la ética o buenas costumbres.

Previamente cuando se hacía una demostración de este baile, en el instante en que alguien chillaba la palabra ‘¡bomba! ’ , paraban la música y entre los bailarines recitaba un chiste respetuoso que acababa en aplausos de sus demás compañeros y espectadores. Esta danza se acompaña con un sonsonete indígena semejante a “los xtoles” corriendo con guitarra, saxofón y timbal. Nunca más tuvo Bolchoch dificultad para introducirse en el salón de fiestas, más allá de su estado problema. Es más, se le pedía con cierta frecuencia ejecutar su original suerte que más adelante compartió con destacadas jaraneras. En una ocasión al pretender entrar al salón de baile le fue negado el ingreso por considerarse que su estado no era grato a la visión de las familias ahí reunidas.

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Entonces Bolchoch se encaminó hacia una troje próxima, extrajo un almud, lo llevó a un lugar próximo al salón de baile y empezó a zapatear sobre él, conservando su precaria verticalidad arriba del pequeño cajón de madera. Al verlo bailar en esas condiciones varios curiosos se arremolinaron a su alrededor y le corearon con las palmas su singular contoneo que proseguía el ritmo de los timbales de la orquesta. Para eludir que todos los bailadores salieran del salón a ver lo que sucedía en medio de una plaza, el bastonero invitó al simpático personaje a pasar y participar del baile. “Tras esto el chik rociaba a todos con balché (bebida embriagante lista con aguamiel y la corteza fermentada del árbol del mismo nombre) y que según era la bendición que se otorgaba a los nuevos “miembros del congreso de los diputados”; entonces bailaban en confusión, tomando parte hasta los amos, el “torito” o el “medicamento” zalamero.

La charola que porta la cabeza del cerdo es adornada previamente por el grupo de mujeres. La Danza de la Cabeza del Cerdo es una costumbre ancestral que se práctica en el estado de Yucatán. Guarda relación con las tradiciones mayas, pues la tradición oral nos dice que en esta danza los mayas usaban la cabeza del jabalí o venado, con exactamente la misma finalidad de rendirle culto a las deidades mayas. A raíz de la llegada de los españoles que trajeron el cerdo ibérico, este fue adoptado para tal finalidad.

Llegó de España a lo largo del periodo colonial y se fue amoldando y cambiando conforme fue pasando el tiempo, hasta quedar como es hoy en día. En el vestíbulo se simuló un brocal de pozo y del techo pendieron telas de colores que recordaban el baile de las cintas. Derivada de viejos sones regionales, la música asimismo es una mezcla peculiar de las canciones y ritmos europeos con expresiones milenarias del alma musical del pueblo maya. La Jarana es un baile bien conocido en todo México, característico y simple de admitir por la clamorosa pero melodiosa música que hace vibrar y hasta bailar a más de uno. El término Jarana se puede definir como “alboroto” y es algo que caracteriza a este género de baile pues se relaciona con la alegría y el alboroto con el que se ejecuta.

El reconocido locutor y maestro de liturgias del municipio local, Antonio Marín, señaló que en más de 25 años esa danza ha acompañado la oferta cultural de la ciudad más importante yucateca como una de sus cartas más fuertes. El baile «Cabeza de cerdo» es, sin duda, una de las expresiones artísticas antiguas y vivas del folclor yucateco y hasta este día pertence a los números imprescindibles en las vaquerías y acontecimientos populares de la entidad, tanto en la capital como dentro del estado. Recordó la frase “el pueblo que no mantiene sus tradiciones, no perdura”, y expresó su emoción pues de nuevo la celebración regional del Club se lleve al cabo y se continúe con esa bonita tradición.— Iris Ceballos A.

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Puntual como cada lunes, los acordes de la Orquesta Jaranera que dirige el profesor Alfonso Martín se escucharon minutos después de las 9 de la noche con “La fiesta del pueblo”, que marcó la entrada de los cuatro grupos jaraneros. Le siguieron los temas “Renán y Aldair”, “Timbalero” y “Lanceros” en los que los ballets se fueron intercalando en escena para las diferentes ejecuciones. No obstante, ha dicho, «esta práctica empieza a verse afectada como sucede con otras expresiones de la civilización maya, como el idioma o la gastronomía. Si queremos sostener nuestra identidad cultural, debemos ser partícipes para su conservación y reconocimiento», mantuvo.

Según el instructor Santiago Pacheco Cruz es un “acto original y divertidísimo que celebran exactamente como final de la vaquería”. Se baila al son de un sonecito peculiar muy parecido a la primera etapa musical de “torito”, pero definitivamente considerablemente más acompasado y lento. Incomparables como remate en los bailes de vaquería son los sones de jaleo llenos de colorido que remedan el enfrentamiento del torero con el toro . Hoy en día, la diversificación agrícola en ciertos pueblos henequeneros, el incremento de la pesca en el litoral yucateco, el apogeo de la ganadería en el oriente del Estado y el aumento del turismo nacional y extranjero, han preciso el renacimiento de estas fiestas tradicionales. La fastuosidad de las vaquerías fué determinada siempre y en todo momento por el auge económico de cada región. En la región henequenera, la más poblada de Yucatán, era el fluctuante precio de esta fibra el que favorecía el más grande o menor esplendor de estas fiestas populares. Esta fiesta marcaba el tiempo de la hierra del ganado y se hacía un convite en el que el hacendado invitaba a todos sus amigos para llevar a cabo gala de su riqueza.

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